domingo, 5 de junio de 2011

ATORMENTADO


A Dani Salamanca

Institución Jamer (aunque yo en un principio identifiqué el nombre con la Hammer londinense, productora de películas de terror) era una síntesis de los nombres de pila de sus fundadores, Jacinto y Mercedes, quizá el más feliz invento de aquel matrimonio de viejos profesores, sobrios , reticentes y escasamente vocacionales, como demostraron vendiendo a la primera ocasión el obsoleto edificio a un tal Julian Grano de Oro, bajo cuya advocación cursé yo mis estudios de BUP durante dos años, segundo y tercero.
Grano de Oro, como director, demostró  un mayor despego hacia las tareas didácticas que sus antecesores, los dos viejos gruñones. Era un personaje escurridizo, poco amigo de confidencias, que gustaba de pasar los días encerrado en su despacho, un cuartito con una ventana sobre el patio en que los escolares dejábamos volar las horas del recreo.
Don Julian era calvo, pequeño, virojo, con uno de los ojos, de un tono marrón como el de las zorras, que se desviaba hacia un lado, mirando como si fuera a despedirse, como si fuera a salírsele de la cara. Llevaba -mejor, arrastraba, en función de su exigua estatura- un batín blanco que le confería un aspecto de médico venido a menos, pero que resultaba de gran eficacia a la hora de mantener su traje limpio del polvo y bacterias que criaba el viejo y desaseado edificio.
Grano de Oro, siempre marcial, activo y prevenido, tenía sin embargo sus momentos de desmayo. En una ocasión, desde el patio, le sorprendimos en la ventana con la cabeza baja, la frente apoyada en la mano blanca, en actitud de vencimiento. Un sol crepuscular rebotaba en la ventana iluminando la escena y don Julián, tan lejos de nosotros, tan lejos del Jamer y del mismo Madrid, parecía uno de esos señores enclaustrados en su mansión, un gigantesco castillo apartado del tráfago de la vida, ubicado en un montañoso paraje cruzado por rayos y truenos. Esa fue la razón, ese mínimo descuido, de que, en épocas subsiguientes, se le conociera por el apodo de "Atormentado".


(la foto ,cogida de una web de antiguos alumnos, es de las únicas que he podido encontrar de Institución Jamer -al fondo de la foto- Lo digo para que nadie se piense nada raro y por si tenéis fotos del edificio, mandarlas, coño) 

viernes, 3 de junio de 2011

ESTATUA ENCONTRADA EN MIRANDA DE EBRO

Esta estatua encontrada en Miranda de Ebro, bajo la divisa: “Dejad que los niños se acerquen a mí”, indica que el tema de la pederastia viene ya de lejos... Es graciosa la estatuita, testimonial a tope, hoy día no habría huevos de levantar una parecida…

EL CRISTO DE LOS PEPINOS


La Casa de Campo es ese trozo de naturaleza inabarcable, con lagartos y conejos, putas y exhibicionistas. Como la cara salvaje de la moneda, la cara B de la ciudad maqueada y planificada.

Después de veinte años o así, recorriendo sus caminos he conseguido hacerme una idea aproximada de su orografía, pero siempre me asaltan rincones nuevos, no identificados: vaguadas, barrancos, arroyos, bosquetes…
 
Lugares que, vistos un día, se pierden de nuevo en el bosque mediterráneo, durante años y más años. Por poner un ejemplo, no he conseguido reencontrar una cabaña de madera y techumbre de paja, fabricada (¿por algún gnomo?) en el cauce de un arroyo seco. En su interior recuerdo el lema: “Sea bienvenido el que aquí llegue en son de paz”. (Tal vez ha sido destruida por las autoridades municipales, o quizá, sencillamente, por obra de la erosión y el cambio climático). Hace también la tira que no logro dar con una encina donde se había aparecido la Virgen y se celebraban misas…
 
Por fin, he vuelto a dar sin embargo con el Cristo de los Pepinos. Estatua metálica del Sagrado Corazón con dos obuses a sus pies. Yo imaginaba un origen milagroso para la estatua, como que se había aparecido JC, o en su defecto, que habían caído los obuses pero que no habían explotado…
 
Error. La realidad es mucho más prosaica. La estatua la mandó poner -durante nuestra lejana contienda- el conde de Mayalde, un fachón de mierda que sería más tarde alcalde de Madrid (en las imágenes, véase el tradicional bigotillo, en compañía de un jerarca nazi y con Serrano Suñer). 

 
Las tropas victoriosas venían de Toledo y traían como estandarte la imagen venerada, que habían rescatado del expolio… Tras los combates en la Casa de Campo cruzarían el río y...
Ahora, en su emplazamiento solitario, el Cristo de los Pepinos, con sus arriates de flores y sus banquitos de madera y su huerta de lechugas posnucleares, remite a un mundo extinguido y subterráneo..Un mundo feliz, sin duda.