sábado, 31 de marzo de 2012

SLOGANS



¡Que arda el congreso!



                                                           Apaga la televisión
                                                           Enciende tu mente...


lunes, 26 de marzo de 2012

PINAR




Queda a un lado de la Senda Real. Un pinar muy guapo de pino piñonero, con caminos de arena que suben y bajan entre los pinos, restos de trincheras y de bunkers (es que queda enfrente, separado por la ctra. de la Coruña y el río, del Cerro Garabitas, la posición más alta de Madrid, desde la cual bombardeaban la ciudad los nacionales). Pero poco de esto imagino que pueda interesar a los habituales del pinar…
Aparentemente está vacío, nadie se interna por él en la tarde soleada de marzo.

Recuerdo haber entrado a ese pinar por otro lado, pegando al palacio de la Moncloa. Hace muchos muchos años, cuando Felipe por lo menos. De todo ha visto ese pinar: Felipe, Aznar, ZP… y ahora MR MR –otia ¡qué vertigo!
Iba con la bici. Entré al pinar y había un viejo barbudo en pelotas, al que tomé por inofensivo fauno naturista, cuando a mi espalda empezaron a arrancar motos y furgonetas ocultas entre los pinos. Era ese el jueguecito, persecuciones y carreritas, seguir a los incautos que se metieran al pinar. Era el pinar de los maricas duros, los que si te descuidas “te dan de culo”. Salí de naja entonces y hasta ahora.
Me asomo al pinar, silencioso y tranquilo bajo el sol de las cinco de la tarde. Un poco por curiosidad y pensando que muchas cosas, hábitos, etc, pueden haber cambiado desde aquel entonces… hasta que en lo alto de los cerros encuentro a varios francotiradores oteando el camino (gente que en vez de ir a Chueca les va este rollo de malditismo). A lo mejor los huéspedes de la Moncloa también pasean por el hermoso pinar –con vistas a la sierra- a ver si les aclaran las ideas.
 

jueves, 22 de marzo de 2012

LAFOTO


Todo estaba allí  La tarde
me digo ahora retrospectivamente
_sólo que no tenía cámara para
fotografiarlo
la luz distinta el viento el aire frío

aguas arriba la esclusa cercenando con su balaustrada
los ojos circulares del puente, un tren cruzando por encima,
detrás la sierra, extraño juego de perspectivas
niños en bicicleta por encima de la esclusa
pescadores de agua dulce
y dos chavales rumanos con los tobillos metidos en el río
la luz metálica profundizando la lejanía
colocando cada perspectiva en su sitio

filosofando por qué sólo estos muchachos rara vez los españoles
se bañan en los ríos cogen las herrumbrosas bicicletas
pescan
las especies mutantes del Manzanares
pez gato gambusía
con espinas suficientes para atravesarte el
abdomen
hacía frío y en la tarde metálica
parecían como corales los almendros

los niños del río habían dejado
las playeras entre las piedras
y se encontraban en un islote
con la forma exacta de un corazón

rodeado de sucia espuma
desde lo alto de la esclusa
como en un esquife de piedra
un tipo con una gorrilla pescaba
fue entonces que lamenté no tener
la cámara Aguas abajo 
_y por eso lo cuento ahora con estas palabras_

las islas multiplicándose en la corriente escasa
asomando finalmente cual espinazo de un
diplodocus enterrado
tras la pertinaz sequía

navegando hacia el palacio como un mundo
mágico y mítico pero en el fondo y verdaderamente
lleno de penuria y necesidad
 
 
aguas abajo más abajo todavía
sin ninguna relación con los pequeños pescadores
y bañistas rumanos
_cosa que hago constar para que la policía
no efectúe diligencias o equivocadas pesquisas_
aparecieron días después los restos
dignos de un romance de ciego
de no ser por lo macabro del hallazgo



 

El Manzanares ocultaba los restos de un mafioso serbio troceado por los suyos

Especialistas de la Policía Científica encuentran restos humanos arrojados al río en 2009

Según la investigación de la Audiencia Nacional, fue descuartizado y comido por los asesinos

El peligroso clan serbio está acusado de matar en 2003 al primer ministro serbio Zoran Djindjic.

viernes, 16 de marzo de 2012

HOMENAJE A GIRAUD



NUEVA VISITA AL PARQUE SINDICAL


El autobús salía de la carretera general y cruzaba el río por el puente de piedra con las estatuas de un rey y una reina encaramadas en la balaustrada, una a cada lado sobre la piedra fría. Sobre el suelo de cantos rodados, el autobús traqueteaba antes de girar y el rey inmemorial y aburrido, situado a la altura de las ventanillas parecía habernos estado esperando y darnos ahora la bienvenida.



El parque estaba hundido entre un nudo de carreteras, detenido junto al río o junto al río fluyendo muy 
lentamente, oculto de los coches por el ramaje de los chopos.
Lo primero que encontrábamos al llegar era la caseta blanca y clausurada donde morían los raíles del antiguo tranvía. Eran las primeras horas de la tarde y el sol encendiéndolos  parecía señalarnos el camino. Por otro puente, pero éste de cemento y con barandillas de hierro roñoso, cruzábamos de nuevo el río, algunos ya vestidos con chandall, corriendo atléticamente, como un ejército.
Otros, cuatro o cinco, entre los que me encontraba lo hacíamos renuentemente, encendiendo los primeros cigarrillos, oteando el río.
A veces, viendo el paso gimnástico, marcial, de los compañeros que nos precedían, tenía la impresión de que el parque era un campo de concentración.


El parque era una cuña entre carreteras siguiendo el cauce del río…Lo atravesaba una avenida de castaños en cuyo fondo, lejanas, blanqueaban las crestas de la sierra. Sobre los campos de fútbol se levantaba un cuadrilátero, con cada una de sus caras pintadas –azul cielo, amarillo, verde, rosado- y en cada una de ellas la esfera y las agujas metálicas de un reloj. Ese dado de colores asomando, melancólico y existencial, entre los árboles, sobre las gradas vacías- tenía el aspecto naif del juguete abandonado de un niño gigante.

Algunas tardes, sentados en las gradas, enfriándonos el culo, mirábamos el juego de nuestros compañeros con una mezcla de envidia y de desprecio.
Pero la mayoría de veces, sin siquiera cruzar la línea de castaños, nos dirigíamos a las márgenes del río. Junto al agua, con las riberas de color de miel por la avalancha de hojas caídas, había un edificio alargado de piedra húmeda y con soportales que antiguamente había albergado taquillas y vestuarios. Un pasadizo ancho y expuesto a las corrientes de aire lo atravesaba comunicando la ribera con la avenida central del parque. Cuando llovía, nos refugiábamos en los soportales. Casi siempre nos sentábamos en unos bancos de madera, fijos al suelo, en torno a mesas de chapa con cuadros de ajedrez, de cara al río y a la pequeña isla.


jueves, 8 de marzo de 2012

APARICION DE LAS RUINAS DE UNA ERMITA



No había reparado nunca en ella (a pesar de haber atravesado otras veces ese camino) ya que se encuentra en una vaguada, oculta como en un pliegue del terreno. El hallarme, con la bici, bajando un  pequeño sendero en cuesta -y mi pereza para remontarlo- me llevó a las puertas de la ermita –la puerta, pues sólo queda una fachada –el plano de una fachada como un escenario de cartón piedra.



De pronto, de un bosquecillo de pinos colindante a la ermita apareció levantando el polvo un rebaño de ovejas, buscando inútilmente agua en el paisaje devastado por la sequía… 




martes, 6 de marzo de 2012

MC CARTNEY REIVINDICADO

"Porque Mc Cartney era un hortera, que no merecía haber sido un beatle"... Lo dijo Ramoncín (mira quien fue a hablar), todavía caliente el cadáver de Lennon. Pero es que en este país encarnizado y acérrimo, frente a la pose contestataria y a la vez pacifista de Lennox, los gorgoritos y armonías vocales de Mc Cartney tenían que parecer una mariconada.
En los primeros discos -discos virgueros como Ram y Red rose speedway-, McCartney seguía la estela de sus canciones del disco blanco de los Beatles o de Abbey Road, con pequeñas melodías naif, como tarareadas… Ahora en Internet encuentro un estudio sobre Ram, del que dicen que es el primer disco conceptual antes de Pink Floyd. Incluso hay una peña que ha grabado, tal cual, un remake de este disco. (Lo mismo que antes ponerle a parir, ahora lo cool y lo snob es decir que McC es la hostia.) 

Luego es verdad que McCartney empezó a hacer duetos con los negritos –Michael, Stevie- y perdió mucho fuelle. Tanto que cuando actuó en España pasé de ir a verle.

 


Conocí a una gente que habían venido desde Sevilla y, casualidades de la beatlemanía, se lo encontraron a las puertas del Museo del Prado.
Estos chavales llevaban una guitarra española y le entraron al beatle: Mizter Paul, Mizter Paul… Paul les miró todo mosca pero aceptó la guitarra que le regalaron.

No sé qué haría con la guitarra, ni si la metería en el museo. Probablemente le diría a Linda –porque entonces todavía vivía Linda-:
-Oye, qué hacemos con esto…
-Yo qué sé, tú eres el famoso. Tírala por ahí a tomar por culo.

 

Otras veces me imaginaba a PMC cargando con la guitarra en el avión y dejándola, ya en Inglaterra, en una gran nave que tenía en su mansión, donde guardaba todo lo que le iban regalando por el mundo, no sólo guitarras, también pianos, bolas del mundo, cuadros, bicicletas…

Obsesionado por la anécdota, me parecía que había algo ilógico y como sobrante en pretender que McCartney cargara con tu guitarra. ¿No habría sido mejor conseguir que él te regalara la suya?