martes, 29 de abril de 2014

HOMENAJE AL JUANO



Esta se la dedico a esa especie de club de amigos de Institución Jamer que –veo, por sus comentarios- a raíz de la lejana entrada dedicada a Atormentado visitan el blog frecuentemente cual aves perdidas que, al no poder hallar el desaparecido edificio (el Jamer), remontaran de nuevo el vuelo para hundirse en el cielo o mar de la nostalgia -lo que se tercie, un saludo…

 

 

Había oído hablar del Juano, pero no lo tuve hasta tercero de Bup (entonces era eso, no la Eso). Profesor mítico, mitificado, que pasó por mi vida sin embargo sin pena ni gloria.
 
No recuerdo haberle oído frases repetidas con admiración por mis correligionarios, imitando la vocecilla aguda que impostaba el Juano:

No, niño, no me juegue.

O:

No, no me llore, niño.


Tampoco le vi, según me había relatado Fenoy, comer un bocadillo al tiempo que fumaba, ni acompañar el bocadillo de chorizo con una onza de chocolate, o mezclarlo con chicle… Esos números habían sido muy celebrados y correspondían, probablemente, a un Juano más joven que éste que tenía ante mí, sentado en la tarima, con una resignación algo zen, como si la mejor manera de transmitir sus conocimientos fuera por una especie de telepatía.

 

Juano, en aquel ya lejano Tercero de Bup, ocupó creo que a voluntad un segundo plano, una presencia soñolienta a la cual pocas cosas podían sacar de su silencio.

Sentado en el estrado con un eterno niki de manga corta, con una sonrisa boba en la cara como si regurgitara la información, intentara asimilarla…  Aunque a veces, cuando parecía que la clase fuera ya a terminar sin una palabra de su parte, se arrancara en el último momento con un comentario o un chiste, al modo del cantaor de flamenco que inesperadamente deja escapar de su pecho una o dos estrofas por soleares, antes de que  “el angel” pase de largo definitivamente.
 
 
 

Juano, cabeza de melón o de balón de rugby, como un gran yeti de brazos pelados que arrastraban un pesado maletín –ese maletín que debe de ser la condena de todos los profesores.


Una tarde en clase se me escapó (¿?) un eructo y Juano recordó, con una especie de maravillada admiración, cómo en aquellas tardes de mayo, con la ventana abierta a las calles de su barrio, creo que por Bravo Murillo a la altura de Estrecho, escuchaba a un tipo que modelaba palabras y frases enteras a base de eructos. Lo contaba como si se refiriese a un portento.


El autor de “Fray Perico y su borrico” -millonario en ventas escolares– no se daba ninguna importancia en ese sentido, creo que ni siquiera hizo mención a su libro.

 

Lo que recuerdo de aquel curso fue la lectura y un trabajo de Cantar del Mío Cid, texto aburridísimo al que en años posteriores de muchas y variadas lecturas no he vuelto ni por asomo. También que los primeros días nos mando comprar otro libro: Crimen y castigo. En todo el curso no se volvió a hablar de esta novela, la cual permaneció olvidada en los anaqueles hasta que di con ella en una enfermedad tres o cuatro años después y la devoré en una tarde y la noche subsiguiente. Sólo por eso, gracias, Juano.




miércoles, 2 de abril de 2014

EL RESPLAN-2


Una vez en Tenerife estuve en un hotel que era muy parecido al de El resplandor. Largos, interminables pasillos vacíos, mullidas alfombras de dibujos geométricos. Yo también movía el dedito, igual que el niño Danny, y hablaba con voz ronca para comunicarme con los espíritus. O cabalgaba un imaginario triciclo hasta que tuve que parar, víctima de mi propio acojono y del cachondeo del personal.





Estos días el miedo no ha aparecido, al leer la muy publicitada segunda parte de El resplandor, titulada Doctor Sueño -el título es bastante acertado, incluso me ha costado terminarla...
Igual la expectativa era muy alta, tanto por el libro de King como por la película de Kubrick. Pero...











En este Doctor Sueño, los espíritus incorpóreos -por ello mismo bastante más terroríficos- del Resplandor se encarnarán en una especie de vampiros que, disfrazados de viejos hippies, recorren los USA en caravanas y sobreviven cientos de años gracias al "vapor" que emiten los elegidos por el resplandor, como el niño Danny -que ahora es un tarra de casi cuarenta años que va a Alcohólicos Anónimos- y una niña llamada Abra.




Buenos y malos conectan y se influyen telepáticamente. Ya es un tópico que, cuando Esteban Rey no sabe cómo seguir, recurra a la telepatía. oyó una voz en su interior que le dijo. (También ocurría en Apocalipsis, una novela tochísima sobre un virus mortífero). Es lo malo de Stephen King, que empieza las novelas como H. G. Wells y las termina como Supermán contra Spiderman.

De todos modos, el prestigio de Stephen King es creciente. Tiene todas las papeletas para que le den el Nobel. El único que ha tenido huevos para decir que lo de King es basura es Harold Bloom -el crítico famoso, el del canon y las listitas de los 100 mejores libros...
Si hay que elegir, pese a todo, mejor la inventiva de King que las listitas de los 100 mejores libros.Ya lo decía mi padre, criticar es lo más fácil.