jueves, 27 de noviembre de 2014

UNA DE CORRUPTOS

 
Estábamos en la plaza de Pontejos y llegó el consiglieri, con su aureola dorada de carnero pascual, señorial y altivo, como terrateniente que encuentra la puerta de la finca petada de campesinos. Venía, secundado de guardaespaldas malencarados, a los que increpamos a razonable distancia.

-Granados, a ver si la Comunidad de Madrid cumple ya las sentencias del poder judicial. Fijos discontinuos ya.




 
La CAM –Consejería de Presidencia, con sede en esa ramoniana plaza Pontejos (de la que dependíamos como bomberos forestales

-Fi-jos-ya. FI-JOS-YA



El consejero nos oía como quien oye llover. Como ahora oirá la lluvia desde su confortable celda de Estremera (que inauguró en su día…)

A Granados le jodía “nuestra actitud” porque pretendía privatizar el servicio. Claro.

Todavía no se sabía nada, pero era vox populi,  tanto que yo pensaba que ni estaba penado (al menos seguro que no estaba perseguido), pero era vox populi y tenía cierta lógica: las contratas se dan a los amigos a cambio de una comisión o de favores.

 

martes, 25 de noviembre de 2014

SOLO GOYTISOLO




 
Son, eran, tres, pero uno solo, un Goytisolo por antonomasia: Juan Goytisolo (Esto mismo ocurría con los Panero respecto a Leopoldo María).  Hace unos años cuando le dieron el Cervantes a Umbral, Juan Goytisolo escribió un artículo titulado Vamos a menos, poniéndole a parir al pobre Paco. Y ahora, a ver qué pasa.


 

Goiti-Solo siempre me ha parecido bastante jeta, con un pie en Francia, otro pie en Marruecos… y en España el pie de en medio. Lo único que critica es “la piel de toro”. En Francia parece que atan los perros con longaniza. Marruecos es la tierra de la hospitalidad y de los valores espirituales.
 

 
Goytisolo/Goitisolo, catalán de ascendencia vizcaína (Gautegi de Arteaga), cambió de tercio narrativo, con libros de memorias apasionantes. Señas de identidad, Coto vedado, En los reinos de Taifas. Apasionantes y desapasionadas, como cuando cuenta que le curten unos maricones en Tanger con tal distanciamiento que parece que la paliza se la hubiera llevado el vecino, sin duda la mejor manera de recordar estas cosas.


 
 
Luego está el Goytisolo “experimental”, que tiene toda la pinta de ser infumable –Makbara, Reivindicación del conde Don Julián muertos de risa, acumulando polvo en las bibliotecas. Para mí lo mejor suyo es la primera época de novelas más narrativas, escritas con veintipocos años, que prueban su madera de escritor. Libros de los que Goiti renegará personal y editorialmente (creo que no se reeditan hace mucho) como Fiestas, El circo, Juego de manos, Duelo en el paraíso- entre el realismo social, y el relato de iniciación y aventura. Un poco en la línea Aldecoa-Matute-Juan Marsé. La burguesía que renuncia a sus privilegios para fundirse con “el pueblo” en el puerto de Barcelona.




Pues eso: que me parece muy bien, que le den el premio, yo corroboro la decisión del jurado, que lo cambie a dírhams, y que se lo gaste todo con los encantadores de serpientes de Jema El Fnaa…













sábado, 22 de noviembre de 2014

UNA DE ASTRONAUTAS



 

Eso me ha parecido el Interstellar famoso, aunque con reminiscencias visuales y argumentales de algunos filmes ya entrañables (de 2001, El planeta de los simios, Encuentros en la tercera fase…) Visiones apabullantes, el vacío espacial, mares helados, planetas en ebullición…
 
                                        


 

Pero para mí el cine son personajes en movimiento y aquí lo que más se mueve es el senserround de la butaca, que me deja temblando (como en Terremoto). Los personajes, en las de astronautas, ya se sabe que se mueven poco, y sobre todo se mueven lento, por la ley antigravitatoria me parece.


Más que este Mc Conaughey estelar me gustaba en sus últimos papeles, de macarilla prófugo o de macarrilla sidoso. Aquí es el héroe que se lanza al Espacio para volver a la Tierra a salvar a La Humanidad y a La familia, a la que encuentra envejecida por el desfase espacio temporal. La culpa era de un científico loco que lo sacrificó todo en aras de la ciencia… 
 

 

lunes, 17 de noviembre de 2014

ENRIQUE URQUIJO





Muere Enrique Urquijo, cantante de Los Secretos. Le encuentran tirado en un portal de Malasaña (Espíritu Santo, 23) en la madrugada del miércoles –la noche de las estrellas fugaces.

 

Aburrido de estar encerrado en SB salgo un rato al Tararí. Hay mucha gente pero pocos conocidos. El Maroto y el soporífero Cousteau. Y el Lechugo que, en su calidad de road manager, dice haber trabajado con Enrique Urquijo.

-Eso que dicen que era una gran persona es mentira. Era un borracho, que despreciaba a todo el mundo. A mí, aunque trabajaba con él, no me saludó hasta las quince veces de verme. Lo que no sé es cómo ha durado tanto, porque hace ya tiempo que se quería morir, que no quería vivir.

Dice también que el primero que le vio muerto fue un periodista, “un cantamañanas de El País”.

A pesar de todo Lechugo cuenta que ha ido a La Almudena a tirar sobre la tumba –aún abierta, según él- dos litros de cerveza y unos porros. Es un fantástico.

(Diario, 17 noviembre 1999)



Y ahí va esta canción. Siempre me ha gustado de ella su mezcla de tristeza y dinamismo, de nostalgia e incertidumbre, o sea, continuidad...

https://www.youtube.com/watch?v=x9ja89ULxwE&feature=player_detailpage





domingo, 16 de noviembre de 2014

VERTIGO


Vacilamos al enfrentarnos desde el monte Alluitz al Infernuko Zubia, también llamado Salto del Diablo, pasarela de piedra que une el citado e impronunciable monte con el mítico y mágico Amboto. Inocente pasarela natural que salva un vacío de un centenar de metros y junto a la cual, pero a conveniente distancia, algunas placas metálicas de cuadrillas de amigos y clubs montañeros recordaban funeralmente a los incautos que desde allí se habían precipitado al vacío. Pero de haber estado, por ejemplo, a dos metros del suelo, no habría habido problema alguno en remontar la pasarela, muy torpe habría que haber sido para escurrirse por ella.



jueves, 13 de noviembre de 2014

LA CABRA TIRA AL MAR



Estábamos bañándonos en esa playa escondida de La Caleta y de repente miré y había llegado un perro, volví a mirar y habían cuatro perros, miré de nuevo y cuarenta... pero no eran perros sino cabras, pequeños cabritos algodonosos que nos rodeaban entre el mar y el monte, entre el mar y las rocas. El pastor, apareció muy serio, como pensando que molestaba o algo, pero cuando nos vio con las fotos y la juerga, se le distendió una sonrisa. Me paece, le dije, que les hemos interceptado el paso.


 
Buah, no hombre, no sabes tú, por arriba por debajo éstas se meten por donde les da la gana. y era cierto, daban ganas de retener a aquellos cabritos de color de tierra, centenares de ellos algodonosos y amistosos que desde lo alto detenidos en lo alto estiraban el cuello los ojos saltones y los morritos salientes hacia donde nosotros estábamos más abajo, como queriendo ser amigos, flipando nosotros conque no sólo nos esquivaban a nosotros sino urbanizaciones carreteras y polígonos y más carreteras un siglo o más de historias y desaciertos hasta surgir cualquiera sabe desde dónde en aquella playa de rocoso poniente donde había empezado toda la historia