lunes, 28 de diciembre de 2015

CAMINO DE CAMILOS

 
 
 

No importa lo olvidado que esté CJC, este año que entra se celebra el centenario de su nacimiento –celebración/reivindicación llevada a cabo por su hijo Camilín (Cela Conde) más el esfuerzo de algunos editores.


 
 

El caso es que el escritor español –Cela y cualquiera- es como un fantoche al que, una vez muerto, se le cae la cabeza sobre el pecho y se le quedan los brazos colgando. En vida, uno compone la figura. Luego… Siempre tiene que haber un albacea para mover los hilos de la marioneta.  

¿Qué decir de don Camilo? ¿Tanto esfuerzo para nada?
Mire usted, le voy a decir una cosa.

Tanto como nada…La colmena sigue siendo una gran novela dialogada. San Camilo, un acelerón del mismo material. Las memorias tienen gracia. Los artículos, los apuntes carpetovetónicos (Sisebuto García Perdices le dijo a Olegario Orejón Orejón: Mire usted, don Olegario) son infumables. Algunos cuentos sí son bonitos. Y los viajes… El Viaje a La Alcarria era, junto a El viejo y el mar, el libro más aburrido que tragamos en la EGB –aunque el primer capítulo, ese amanecer urbano, madrileño, de tranvías y gatos rumbo a la estación de Atocha, siga siendo hermoso, muy hermoso.
 


Eso en lo literario. En lo personal, Cela, que iba de durito resultó ser un pringao. Ni siquiera Vargas Llosa, con la Preysler encima, se lo ha montado tan mal, Camilo...




 
 
Desde luego, Cela Conde es un buen tío. ¿A quién se le ocurre dejarle a tu hijo por toda herencia un cuadro, un solo cuadro, encima de Miró y encima, que está jodido? 
 
 
 
 
 
 
Uff…
Ni siquiera en la sociedad literaria, Camilo, que en el fondo era un escritor de un Madrid pequeñito (esa ciudad que definió con acierto como mezcla de Texas y Navalcarnero) se lo hizo nada bien… Empezó con su maestro Baroja negándole un prólogo  y acabó con su discípulo Umbral chuleándole a modo y contando sobre él los chismes de la portera. Un literato del Gijón a cuyo entierro sólo acuden aristócratas y peperos corruptos es en el fondo un pobre diablo.

 
 



lunes, 21 de diciembre de 2015

EL LIBRO DE MANG


En tiempos convulsos, una alternativa literaria...

 
                                                        Maan, con editores y periodistas afines

lunes, 14 de diciembre de 2015

LOS KRONEN


 

En el Matadero: estreno de un documental sobre la generación Kronen, y posterior coloquio. Le pregunto al director del documental, Luis Mancha, qué pasó con los kronen, a ver por qué desaparecieron, ¿falta de calidad, falta de lectores, estancamiento en sus temas “juveniles”, defenestración por parte de sus propios editores?…

Algunos de estos editores salen también en el documental, a día de hoy retirados/prejubilados en sus destinos playeros, no queda claro si por cansancio o por no cubrir los gastos. El director del documental me responde con vaguedades para justificar el final de la generación: el auge de internet, la crisis del papel, la crisis de los suplementos literarios (¿y entonces por qué sí han seguido sus mayores literarios -Mumo, Javimar, Mendoza?): el documental no documenta la debacle.




Leo también le pide que se posicione sobre los 90 -la década de las “Crónicas marcianas”, el fútbol a diario, la cocaína, el individualismo-, pero el director parece encantado con aquellos años en los que -dice citando a José Angel Mañas, protagonista e impulsor del documental- “se masificó, se democratizó la marcha, la noche”. (¿Son verbos sinónimos?) 

El caso es que se llenaron los bares y las plazas, y los pubs en los que unos años antes habíamos entrado y salido libremente se blindaron con porteros y matones.
La época, en lo social, fue siniestra. ¿Y en lo literario? Se publicó una ristra de curiosas novelas, a la vez personalistas –casi todas están en 1º pers. sing.- y de vocación generacional. Veinte años después, quizá la que mejor aguante sea la que abrió la brecha, Historias del Kronen. Pero la gran novela española de los 90 no la hizo ninguno de ellos, Mañas, Loriga, Prado, Prada, Lucía (que ha tenido el buen sentido –o simplemente el divismo- de no aparecer en el documental, de no querer salir en la foto). Tampoco la generación de El País (Mumo, Javimar, Vila Matas), sino el chileno Roberto Bolaño, afincado en Cataluña, con Los detectives salvajes, un tochaco digno de los maestros norteamericanos.



lunes, 7 de diciembre de 2015

PCB

 



 
 

PCB, PI CA BA, Pío Caro Baroja… Se ha muerto ya más viejo que la tos, y sin embargo algo me estremece, y más en esta oscuridad de inviernos, al recordarle como una especie de maestro o de santón a/literario, más personaje que “escritor” que no escribía, pero como si con eso de ser heredero se le hubiera pegado parte de la herencia: un Baroja de ahora mismo que hablara contra los fichajes del Madrid, contra la telebasura, contra la monarquía, contra Aznar y contra Pilar Miró. Y todos eran unos cabrones, claro.




De ahora mismo, o de entonces, pues ya veinte años largos desde que fuimos Fenoy y yo a entrevistarle, con foto de Cesar Lucas (hijo), o sea Lucas Abreu, y luego volvíamos a verle a la editorial, donde nos regalaba ediciones viejas de PIBA, y nos hablaba de cuando vivió en Méjico, donde (contaba que) follaba mucho.

 



PCB era un tío legal, nos daba consejos, había que escribir todos los días, nos daba contactos, recomendaciones, que, como suele ocurrir, luego no valían para nada, pero que era un detalle, todo un detalle, en el árido Madrid de los 90.




PCB, aún en el hermoso barrio barojiano, frente al Retiro, no soportaba ya el foro, y quizá también le cansara Bera, Navarra, Euskal Herria. “Cojo la bici y voy al pueblo a comprar el pan y una chica –de unos dieciocho años, guapísima- Qué, os han entrado a robar en la casa, eh. Me alegro. Le digo:
-Mira, guapa, ven aquí un momento, te voy a decir una cosa –todo ello susurrado, con ademán casi abacial, con un susurro de confesonario-: Tú eres una hija… de la gran puta… porque parece mentira que siendo tan joven tengas tanto odio”.



PCB no siempre estaba para fiestas, había días malos, que había que poner un fax, o que unos estudiantes filonazis habían hecho una edición pirata de Baroja, o que la diputación de Navarra había dicho de hacer un museo en la casa de Baroja (que era ahora la casa de PICABA, pero no le habían ni avisado). Lo que fuera. "Cuando ven que estás jodido, van a por ti, pero cuando estás fuerte no pueden contigo..." Le tiraba mucho el sur, Málaga, de donde creo procedía su padre el editor Caro Raggio, y donde había puesto una plantación de ahuacates. Ahí se ha muerto, en Churriana, Málaga, finca El Carambuco. Siempre envidié mucho esta itinerancia carobarojiana, la posibilidad de desplazarse de norte a sur, rozando apenas unos días el centro contaminado y exbarojiano.