jueves, 28 de julio de 2016

CIUDAD EN BRASAS

 
 

Ande o no ande, caballo grande…Esa impresión he tenido al leer las 1000 págs 1000 de Ciudad en llamas, la ultrapromocionada primera novela de un  tal GRH.  Titánico esfuerzo sin duda de escritura, que también lo es de lectura. Capítulos reiterativos, personajes que se enganchan, tramas que se ralentizan, descripciones exhaustivas, preciosismo literario que hace algunos capítulos más que brillantes, pero/pero sin encarnar en novela…


Ese Nueva York de los años setenta alumbrado por fuegos artificiales, que culminará (?) en el apagón famoso. Oscura historia de polígonos y mansiones. Y, a ras del suelo, periodistas alcohólicos, polis po-lio-me-lí-ti-cos, marchantes, artistas, punks,  pijos, punkpijos,  especuladores, abogados chungos y familiones montados en el dólar…



El planteamiento es apasionante, pero luego hay un crimen (absurdo) para hilarlo todo, y la trama apenas se mueve, y la novela no rula. Parto de la admiración que me suscita cualquier fulano capaz de acumular tal número de págs., pero… Yo no sé, a ver si la culpa la va a tener Dickens, sí, la tiene Dickens, ese maestro de guionistas y literatos del siglo XXI, citado en este caso también como modelo, Dickens a estas alturas, hombre, llenando cuatro páginas para lo que se puede contar en media. A Dickens si acaso hay que leerlo en tebeo.

 


Pero luego, otra lectura, otra novela, de otro nota famoso ahora –maestro también sin duda de este GRH- Libertad de Jonathan Franzen- que empiezo con prevención: ¿una historia de yuppis, hipsters, viejos rockeros, ecologistas?  Qué oportunismo, mejor Nueva York y el apagón/blackout... Y además rollito zen, buenismo tolstoiano. Pero esto es velocidad narrativa, información siempre renovada, y paso cuatro días sin soltar el tocho de  Franzen –no sé si un gran escritor o un narrador habilidoso- admitiendo a tocho pasado, tras la prueba de fuego de dejar correr una semana, que es lo más entretenido que me he echado a los ojos en todo el verano. Y ya lo decía el viejo PIBA: “Algo que es entretenido no puede ser malo”.
 





martes, 5 de julio de 2016

SENDER, DON CAMULO Y EL HIJO ELESTRONICO


 



Leyendo “Contraataque”, libro raro y guapo de Sender sobre la guerra en la sierra. Sender documentó toda aquella época pre/bélica –la guerra en Marruecos, los anarquistas, Casas Viejas, la cárcel Modelo de Madrid y lo que vino luego- y además lo hizo con fuerza y con chispa, como un Baroja baturro.
Como un Baroja mañico que además se hubiera bajado del balcón, pues Sender fue testigo directo o prota/agonista de aquellos sucesos. Tras la guerra, protegido en los USA, seguirá con su enorme ciclo novelesco, con cosas flipantes como el libro sobre Lope de Aguirre o incluso un western sobre Billy el Niño que de haberse publicado hoy en día habría sido muy cool.





 
No vuelve a la península pero asomará por Mallorca, a casa de CJC.  RAJOSÉ, con unos cubatas o unos vinos, se vino arriba, reprochándole a Camilo el levantamiento, el destrozo, la delación y la Academia. Don Camulo le mandó a tomar por culo, echándole de su casa. Pero hoy día mola bastante más el impresionismo de Sender que la caligrafía bonita de Cela.
 
Leyendo una revista de Rolling Stone me encuentro con el careto de Sender. Falsa alarma, es un hijo suyo, ya setentón, que sale vestido de hippy, un hijo yanqui que, amamantado en el verano del amor, sigue ejerciendo de músico electrónico en la dorada California. Sea indiferencia o venganza filial, Sender hijo confiesa no haber leído nada de su padre... Por este lado, no hay que temer homenajes.

 

 

lunes, 4 de julio de 2016

CIMINO


Muerto Michael Cimino no volveremos a disfrutar con películas de tres o cuatro horas en las que milagrosamente no sobra nada (¡fuera Marvel!) El cazador, Las puertas del cielo, Manhattan Sur, vistas en vídeos caseros o entre anuncios de tv a horas intempestivas de la madrugada, ganan mucho en pantalla grande. La pasada SS pude ver Heaven,s gate en la filmo, con entrañable presentación de Miguel Marías e intermedio de sus 219 mins para fumar/mear. Experiencia tan grata como leer un novelón apasionante de 800 págs.

 

La escena apoteósica el incendio de la cabaña. Como explicó el viejo Miguelmari, el fracaso en taquilla de esta peli no se debió al metraje hinchado, al presupuesto desfasado, sino más bien a su visión escéptica sobre el sueño americano. La primera hornada de colonos (anglos) machacando a la segunda hornada (eslavos).



Sin embargo el film alejó al director de los grandes presupuestos –pese a la posterior Manhattan Sur con un Mickey Rourke de pelo blanco que a mí me recordaba a Michi Panero- y, a la larga, del cine. Perdemos la pista de Cimino hasta que tenemos noticia de que, alejado de los rodajes, se ha cambiado de sexo.

 
¿Cimino transexual? La noticia no extraña del todo, en un tipo sensible a las diferencias, los matices, las contradicciones.  Esa pequeña y sucia ciudad industrial poblada de americanos rusos (o viceversa) en El cazador. La primera hora y media de la película, la vida cotidiana, una boda ortodoxa, prodigio de dinamismo y naturalidad (y que para mí eclipsa la famosa boda de El padrino) dejará paso al horror, el horror vietnamita, De Niro grande como siempre pero incluso superado por los ojos cristalinos de Christopher Walken transparentando la locura.