miércoles, 17 de octubre de 2018

ALMANZOR

 

Subimos y bajamos casi enseguida, como poner una pica en Flandes, porque arriba había unos montañeros que tenían una cuerda para bajar, y por si acaso… Arriba, el relente, el sol dando en unos pantanos que debían quedar por Cáceres, el color del mundo gris y amarillo, una apariencia de planeta porque no se veían carreteras ni pueblos, yo por lo menos no los vi. La cima es nada, un triángulo escurridizo. En el vértice geodésico habían puesto, entre otros abalorios, unas banderitas tibetanas, con su Budita correspondiente, lo cual “tiene sentido”, que se dice ahora, porque para llegar hay que sufrir un rato,a veces reptando, a veces trepando... Yo, según me lo habían puesto, no pensaba tocar cima, me habían dicho que el final era pa cagalse, un puente aéreo o una hostia de esas, pero no había tal, hay un tramo como de escalada con caída de cinco o seis metros sobre las rocas, lo suficiente para romperse la crisma, pero vértigo tampoco da. Subida simbólica, que me da la idea de terminar con estas escrituras, habiendo quedado el listón -2.592 metros- bastante alto. “La angustia es el vértigo de la libertad” (Kierkegaard).





ALIX

Pasan por La 2 un documental sobre la vida de García Alíx. Al fotógrafo se le ve cascado, pero aún entero. Anda por un pueblo o barrio de la costa, unos extrarradios junto al mar que no me entero de por dónde son, un escenario apropiado para una larga resaca, de toda una vida, de alcohol  y drogas. El reportaje es en b y n, tiene que serlo, como sus fotos…


Alíx hace tiempo que dejó Madrid, al menos como motivo de inspiración. Los últimos trabajos que se han visto, ya hace tiempo y ya como de vuelta, eran en París o en Japón. Fotografías muy buenas, pero no tanto como las primeras que hizo, éstas recientes ya podían ser obra de cualquier profesional bueno, ya tienen el aire común y como virtual de esta época…
Las primeras son irrepetibles. Eran casi siempre retratos de amigos y conocidos. Gente pija y otros de barrio, unidos por el común tirón de la calle y de la droga. Gente intensa, que no se sabía si eran interesantes por sí mismos, o que él supo dárselo el interés, probablemente ambas cosas.

Las fotos salían en fanzines, o en aquellas publicaciones municipales de los 80, como el Madriz de Tierno Galván, que era una flipada de diseño. Alíx no era de Madrid sino de León y por eso le cogió todo aquello más fresco. García Alíx con todo eso y la pinta de motero y de yonki sano se hizo muy famoso, y empezaron a exponerle y a hacerle encargos. Una vez que fuimos Evangelista y yo a hacer un reportaje del circo Raluy, cuando acampaba por el parque del Oeste, coincidimos con Alíx, enviado por algún peri.
A Alíx se le veía muy suelto, cogiendo del brazo y moviendo a las indias de pega del circo para que posaran: Ponte ahí, no, mejor aquí, bonita. Muy suelto y muy cazallero. Quedé mirando con fascinación al fotero/macarra –mitómano que es uno- y éste me devolvió la mirada y hasta se me encocoró un poco, en plan de Qué pasa, qué miras.

Eduardito Haro y Lirio
Las fotos ochenteras del García Alíx tienen un halo especial, la luz de lago de la heroína o el brillo visionario de la juventud. Son como el tebeo dramático de la época, una época alegre y bronca, pero con un fondo de tristeza.Toda esa peña parece captada en un momento de suprema verdad, mucho de lo que son sale a flote, pero una parte se mantiene en el misterio. Salen  más sabios que ellos mismos, como si algo esencial se revelara a su pesar, jamás en la vida volverán a ser tan sí mismos -después de ese instante sólo les queda desintegrarse…

lunes, 15 de octubre de 2018

ULTIMO DIA


Ha venido Ernesto, ya desposeído de sus potestades de C3,y hemos estado hablando: de Budha y de Cristo, del tiempo y de las estrellas, de viajes astrales y de ovnis -por estos pagos tuvieron que verse a patadas en los años 70… El futuro parecía esconderse bajo las capas de nubes, prometedor en el día frío pero azul. Pero pronto la niebla y la lluvia, y como vigilar fuegos entre la niebla y la lluvia sería una cosa surrealista me he puesto a releer el libro de Buñuel de memorias, que siempre me ha parecido muy entretenido. Ultimo día, último suspiro…



ADIOS


Lo que se ve al salir del pueblo, al trantán de los badenes:
Bodega San Esteban Protomartir, Cooperativa Sindical de Colonización. (Prohibido aparcar junto a los silos).
Mirasierra. Es una casa aislada, de piedra como amarilla. Tiene el chaflán y dos pisos más, ventanas tapadas con cortinas, parece un antiguo hostal en desuso. A la puerta se reúnen las mujeres en sillas -o se reunían, en los tardíos veranillos.
Vivan los quintos (pintadas alusivas a prácticamente todas las promociones del siglo XXI).
Discoteca con columnas como templete. Abandonada, grandes ventanales tapiados con ladrillo.
Gente con cara de antiguos.
Algunos pibones, autóctonos, y otros –chicas con camiseta de tirantes-que parecen como transplantados.
En los columpios, reunión de moras tapadas con el burka. Los niños en bicicletas.

Un caballito tras una cerca, con sus días de tristeza animal y sus ratos de salvaje alegría
El cartel que marca el fin del pueblo en el que alguien –ya a distancia prudencial- ha añadido con pintura: Pueblo de paletos .
Y luego las viñas y olorosas higueras…

Y mientras me alejaba, en el crepúsculo sombrío, la montaña me perseguía como una esfinge soñada por Edgar Allan Poe…


sábado, 6 de octubre de 2018

PERRO PERDIDO

Subían tantos que parecía aquello un colegio, pero no lo era por ser domingo (sábado, digo, por no saber qué día vivo). No me apetecía hacer de public relations y me quedé en la caseta, tan ricamente, con unos cuadernitos de euskera. Pero les oía  hablar más abajo, y que al rato recogían como para irse. Se iban colocando encima de una roca para hacerse antes una foto de conjunto, y ya estaba preparado para que subieran a pedírmela y así salir todos. Subía una chica, con el móvil, pisando las escaleras metálicas y yo ya me estaba levantando. ¿Qué, una foto o qué? Salí afuera y vi que eran ciento y la madre. Veinte o treinta por lo menos, tres parejas de adultos/jóvenes (¿o cuatro?) y el resto eran niños y adolescentes. Encuadrando desde lo alto de las escaleras cabían todos de milagro. Patata, patata.  Después se disgregaron pero alguien faltaba. No se puede ir por ahí tanta gente. Llamaban ¡Neko! ¡Neko!. Uno se había perdido, no respondía, y yo miré con aprensión hacia la peña, donde tras un pequeño tobogán deslizante se abre el vacío. ¿Dónde se ha metido?, me preguntó uno recorriendo a distancia el borde de la roca... -Pero, quién es. -Un perro...
Me lo imaginaba, aunque lo de Neko o Eneko no me sonaba bien del todo. -Por ahí a ninguna parte... Mira por ahí detrás, da la vuelta detrás de esas rocas. Unas niñas se plantaron en la peña como para asomarse. -eh, fuera de ahí, que ahí empieza una caída... Un perro pequeño, un beagle, dicen (no entiendo de marcas) con manchas negras y marrones. Empiezan todos a pegar gritos de Neko, Neko, Nekooo. Van cogiendo el camino en cuesta y le buscan entre los bosques. Se quedan: el dueño, el que me ha preguntado, y la mujer, llorando ésta, me cuentan que es un perrillo de ciudad, de año y medio. Se ha podido ir por ahí, les digo, se habrá despistado, esto es todo muy parecido, y una adolescente, ¿la hija?, que me parece más valiente o más realista: Yo creo que se ha caído, he visto bajar volando unos pájaros, me dice con ojos negrísimos.
Eso ha sido al mediodía. Toda la tarde se han pasado buscándole, oía sus gritos por los pinares... ¡Nekooo, toma jamón! Contestaban, desde el valle, ladrando, los perros de las eras, pero el suyo no... Han vuelto a venir al atardecer, ya con fatalismo. Si se habría caído, les digo, a las horas tenían que aparecer los buitres, pero tampoco... Han intentado llegar al fondo de la peña, me cuentan, entrando por unas viñas junto a la carretera, pero no es fácil llegar al barranco, los árboles nacen en la roca y ésta luego -me fijo bien desde abajo al coger la carretera ya anocheciendo- asciende (o desciende) cortada como a cuchillo. Un lanchón vertical como la aleta de un tiburón. Si se ha despistado, ha perdido pie, se ha caído, no le ha dado tiempo ni a decir ni guau.
Me ha puesto mal cuerpo lo del puto perro.

lunes, 24 de septiembre de 2018

CONGRESO

Hijos de puta...

Vino JR de GR y yo bajé a MAD para hacerle de guía. En un momento queríamos ir al Congreso pero estaba acordonado como muchas otras veces –lo mismo da con PP que Psoe- y pasamos una barrera que había frente a Euskal Etxea pero en la siguiente un geyperman nos preguntó: a dónde se dirigen uds caballeros
Pues, mira es que vengo con este amigo que ha venido de Granada y que quería ver el congreso de los diputados (faltaba añadir: Qué ocurrencia)
Los tres sonriendo con quijada de caballo, pero estuvo majo el tío y aunque dijo que hoy no era el mejor día pasamos frente a la fachada -separada de las calles por un montón de vallas. Había unos pocos periodistas, la gente de Wyoming, algún político vagamente conocido…  y un montón de coches blindados azules, calle abajo tras una barrera unos que gritaban: sí se puede ¿A estas alturas?
Luego me enteré que eran jubilados, que querían cobrar (más pasta) que acabaron cobrando (unas hostias), por mover las vallas, que quedaban muy lejos de los leones, decían. Pero esto de vallar el congreso… ¿qué se han pensado que es, el Palacio de Invierno?

domingo, 23 de septiembre de 2018

TETAS

Voy antes de que la cierren a la piscina de la Casa Campo, fines de septiembre y mucha gente
Van como siempre muchos guiris, chicos y chicas que al hablar parecen como caballos
Los tradicionales mariquitas como arrinconados, pues lo que mayormente se ven son tetas
Las chicas sin entrar en el agua pero sentadas en el bordillo en topless rodeando la piscina
Te miran para que les mires las tetas, te miran con los ojos o a veces directamente con las tetas
Yo voy nadando de espaldas y miro a un punto indistinto del  paisaje, pero por un efecto de óptica o de perspectiva me aparece como un mosaico de tetas
Hay una chica muy joven y morena de enormes ubres, está como en un esquinazo, un poco arrinconada, con carita de pena, resaltando como a su pesar.
Hay a pocos metros unas chicas en bikini que no la conocen de  nada, pero que le cantan descaradamente: ¡Boys, boys, boys…!

viernes, 21 de septiembre de 2018

HORMONAS

Llega como siempre celérico y sé que en un rato le perderé de vista. Empieza a contar sus conquistas por internet, la continuación de ellas, pues no hablábamos desde junio y en estos meses de verano –“¡Han pasado muchas cosas!”- ha debido tirarse a por lo menos doce o trece.
Me las va enumerando y me suelta toda la lista como si fueran los personajes de una comedia madrileña. No sé ni cómo se acuerda, ni cómo le da, no ya la polla sino la cabeza, porque a veces atiende dos chats o tres a la vez. Todo ello espoleado por el viagra, del que ingiere grandes cantidades pues ya van siendo años y las hormonas no dan abasto…
Empezó más o menos cuando le dejó una novia más joven y desde entonces no ha habido semana que haya podido parar quieto. Los contactos los hace en las redes con muchos jaja y ji ji, y después se desplaza por barrios y ciudades dormitorio. Incluso en las nevadas de enero, con “riesgo máximo de alerta”, marchaba ávido hacia Cuenca una noche de entre semana, y yo me imaginaba la carretera vacía y bajo los copos un bólido corriendo desdibujado por la velocidad como un espermatozoide.
Ahora se queja de que ninguna ha querido seguir con él y de eso le queda una sensación de fracaso. Pero no tiene tiempo a paladearla, porque en cuanto una le deja va a por la siguiente “sin solución de continuidad”, como la mona que pasa de liana en liana sin tocar tierra... A todo esto, mientras hablamos, sigue chateando.
-Pero normal que no quieran, siempre estás en otra parte…
-No, no, ellas no tienen por qué saber nada.
-Qué te crees tú eso.
Uno, que siempre ha tenido que dar muchos palos de ciego, antes le contemplaba con cierta envidia. Pero, esto… Y le veo marchar, perdido en su maraña, y me quedo sentado fumando en una terraza, y pido otro café con hielos mientras zumba a los lados el paseo Extremadura.

sábado, 15 de septiembre de 2018

ROSENDO EN MAJADAHONDA

Fui por ir con la basca a Rosendo en Pijadahonda (yo ya le había visto en el pueblo hacía poco). Ibamos sin prisa pues tocaban de teloneros Rulo y la contrabanda, unos poperos de Cantabria (el carabanchelero hace cartel con punkis, heavis, grupos como éstos, y lo que se tercie: pega con todo). Pero se invirtieron los términos, lo que hacen a veces las grandes estrellas, y entramos con Rosendo empezado y rodando. Tocó lo mismo pero no tocó lo mismo que hace un mes. No era el Rosendo testamentario de La Adrada, entronizado por el niño y la agüela con mecheros y fotitos, sino algo fresco y vivo, sin fecha de caducidad. No despedida sino eterno retorno.


ADIVINANZA


¿Dónde está la cabra?




martes, 11 de septiembre de 2018

lunes, 10 de septiembre de 2018

WATUSI

Leyendo El día del Watusi, de Francisco Casavella (que por cierto no me ha gustado nada) ...

Me he acordado del Watusi que yo conocí, un punki alto y ganso, muy moreno, que apareció en aquellos inventarios forestales que hicimos por el Alto Tajo, en Cuenca. -¿Cómo te llamas? -Watu… Watusi (con naturalidad total). Soy de Barna,  ja ja, de Barna… Charnego, charneguillo… El Watu hablaba con acento y dicción sacados directamente de El Jueves, Makinavaja y así. ¿De dónde había salido? El Watu, de Barcelona, y su novia, de Málaga, habían llegado a un acuerdo democrático y equidistante geográficamente, estableciéndose como pareja en Cuenca porque era lo que quedaba a mitad de camino. En Cuenca vivían en un barrio bonito y viejo, aledaños de la catedral, pero peligroso. El propio Watu, que estaba muy corrido, movía la cabeza con contundencia, el mohicano en toda la cresta. El Watu, en el rato que llegábamos de la ciudad al tajo, todo lo largo que era, echaba en la furgoneta unas siestas con ronquidos y pedos. Pero currar curraba. En los descansos promocionó un juego en el que se hizo campeón, el juego de lanzar un hacha, unas hachas pequeñas que teníamos para marcar los pinos, el hacha no había que clavarla directamente en el árbol sino primero hacer unos molinetes en el aire. El Watu arrasaba y también una pelirroja que había venido de Reinosa. Yo por entonces había publicado unos libros y Watu y unos hippies, una pareja de hippies que en verano vendían bisuta por las fiestas, rencorosos, pretendían vacilarme (Watu estaba entre dos aguas, pero como era amigo de los hippies…) Lo que pasa que no podían conmigo, además de que la peña, la demás peña, les callaban enseguida, orgullosos de tener en la cuadrilla una especie de mascota literaria… El Watu una mañana pegó un trago de gasolina y con un trozo de yesca encendida sacó una llamarada como si fuera un dragón. Watu también tenía un niño de meses, Jerónimo o Jero. Watu, qué tal tu niño. Buah, ¡más bien…! Se está poniendo como un cerdo el hío puta

La novela es coñazo, pero también "libro de culto". En León en un barrio se celebra todos los años el día del watusi, que cae el 15 de agosto. Pues vale...


miércoles, 5 de septiembre de 2018

SEPTIEMBRE


Es bonito septiembre aún con la luz viva del verano y un juego de luces y sombras en los caminos. El azul del cielo tiene algo opaco y esto parece que le da como un núcleo al día, un peso, frente a los días calientes que para mí corren iguales unos que otros.
Las carreteras están medio vacías, a estas casas ha llegado también el silencio, y yo me alegro. La soledad algunos ratos se hace dura, pero peor es cuando arrasan las hordas…  No es por ser el ogro de los cuentos, pero con la soledad también se pueden hacer muchas cosas. Sin embargo, cuando zumba la mara, con sus barbacoas y con sus taladros, hasta esa prerrogativa te será negada.
He ido hasta La Adrada a comprar al supermercado. El pueblo casi desierto. Ya eran más de las cinco pero las persianas de la tienda estaban echadas. Había varios carteles contradictorios. Se cierra del día 10 al 14 por reformas. Otro decía: A partir del día 8 nos trasladamos, queremos agradecerles, etc etc. Y no sé qué más.
Ha pasado un tío con gafas de mosca que al meterse en un portal ha dicho, zumbón: Deja algo para mí, no te lo lleves todo. (Creo que me lo ha dicho a mí, no había nadie más). Unos paisanos que venían en un coche han parado y muy atentamente me han dicho: Hasta las seis nada, abren a las seis…. Al final he descubierto otro cartel con los horarios.
Exagerando un poco, pero estas dos actitudes podrían servir, matizándolas, para describir los dos lados de la conducta humana. El mundo se divide en los que dan por culo y en los que ayudan. (Los indiferentes, a veces son un alivio, a veces dan por el culo muy sutilmente).
Al atardecer vuelvo para recorrer el pueblo con la bici. La tarde refresca. Mañana también libro y tiraré para La Vera o para Gredos, según me apetezca.

AGUA QUIETA


Antes esto era como más España, y el tío del puro y la vieja de negro decían, cociéndose en la sombra: ¿Qué chavales, a bañarse? Lo decían con la nostalgia de algo imposible, como si no les fuera dado quitarse aquella ropa sudada y ponerse un bañador. Ahora esa gente curtida parece haber apartado la vergüenza, ellos con las bermudas y los tatus, ellas en topless si se tercia. Pero de bañarse, nada. A la gente parece que no le gusta. Les parece una cosa como de niños.
En La Nieta de Piedralaves es verdad que el agua baja fría, porque corre todo el rato, y a lo mejor viene de nevero. Pero a finales de junio, con todo el calorazo que se remansa en esta sierra, no se metía nadie. Se arrimaban a la piedra y se quedaban mirando la corriente, como con un sentimiento atávico. Uno entraba y salía fresco y nuevo de aquel agua limpia. La peña quedaba patidifusa y algunos hasta se levantaban de la merienda para interpelarme. Jefe, ¿está buena el agua? Me miraban como si fuera un naturista, un freak.
Corriendo el verano, esto se llenó de críos, que eran los únicos que se metían, motu proprio o empujados por las madres, física o psicológicamente: “¡Salta, salta, Fulanito! A ver si hay huevos… ¡Supérate!”. Los demás se quedaban sentados en los escalones y gradas a uno y otro lado del agua, mirándose como los monos en el zoo…
Cada uno que haga lo que le de la gana, eso por supuesto, pero no sé por qué me parece encontrar algo retraído y hasta algo avieso, en esa gente que no se baña.

martes, 4 de septiembre de 2018

DOS


yo le acompañé hasta aquel muro blanco… era en el piso más alto, silencioso y tranquilo como un limbo, y al llegar comprendí que desde aquella paz tan grande no se podría volver fácilmente. Allí seguíamos hablando, igual que siempre, pero ella ya desde el otro lado, hasta que se interrumpió la conversación.
La otra tarde oí su voz y que al tiempo iba abriendo la puerta de la calle con la llave, corrí a abrirla del todo y nos abrazamos. Lo primero que pensé: ¿pero ahora…? Pero al sentir su calor tuve la sensación de que nada estaba perdido… ¿Esto es un sueño, verdad? alcancé a preguntar con voz susurrada, me dijo que sí…, pero seguíamos en el sueño… Venía morena, un poco más pálida, el pelo más liso como si estuviera llegando de la peluquería, los pantalones beises y creo que una camiseta marrón sin mangas. ¿Estás bien? Entonces desperté del sueño.
Del sueño me quedó la sensación de algo natural, inevitable. Pero enseguida el mundo siguió como desde entonces, primero pasando muy deprisa, cada vez más despacio luego, como las aspas de un ventilador que se ve tumbado desde la cama.

sábado, 1 de septiembre de 2018

JARI EN EL PUEBLO

Empezó el verano pasado. La casa en la que vive E está apartada del pueblo, un sitio normalmente muy tranquilo hasta que por las noches llegaban unos chavales, empezaban a aporrear la puerta y cuando E abría salían por patas. Al final pescó a uno de ellos y parece que logró acojonarle. El caso es que cesaron las visitas. Este año han vuelto y ya, desde una distancia prudencial, lanzan piedras a la puerta y las ventanas. E, maquiavélico, salió una tarde en las fiestas e hizo fotos de alguno de ellos, fotos que ha colgado por la plaza del pueblo con pasquines de Se busca. En mal momento, porque ahora han entrado en escena los padres y hablan de "menores", "denuncias", "multas" etc. E quiere adelantarse y dice de denunciar él primero. Los picoletos, que no hay pruebas, y no le admiten el trámite. A todo esto se corre el rumor en el pequeño pueblo (infierno grande), y un alma caritativa avisa a mi amigo que tenga cuidado, que le buscan para darle una paliza. La cosa se ha puesto calentita...Yo le he dicho que aquí estamos para lo que haga falta y que si hay que ir se va, aunque no me apetezca lo más mínimo, porque en esta época tan judicializada y tan americana también pueden llover hostias como panes...

jueves, 23 de agosto de 2018

DE TORRERO



Dicen que esto tiene los días contados…Con la llegada de los drones, y otras formas de IA, desaparecería la tradicional figura del vigilante de incendios. A mí se me ocurre que podríamos quedarnos de todas maneras, si no para vigilar como una especie de guías turísticos y/o animadores culturales. Se trataría de “poner en valor” estos parajes, ecosistemas, etc.
Sube mucha gente a la torre y aunque pone un cartel de prohibido se cuelan por todas partes, como las tijeretas. Vienen padres con los niños y a mí me gusta hablar con los niños, si todavía no están maleados por el fútbol y Star wars. A los más pequeños les cojo de la mano y les paseo por la roca, que tiene muchos desniveles y puede ser peligrosa. Los padres, algunas veces, me ponen cara rara, y me dan ganas de decirles: entonces, a qué subes, merluzo. Al final acaban sacándome fotos con los niños como si fuera un Papá Noel y se despiden con una sonrisa luminosa. Les doy para que se lleven una botella de agua.
A mí también me agota tanta simpatía y hacer de public relations. El otro día subió un chico que después de verme con las familias me preguntaba, con total ingenuidad: Qué estáis, para atender a la gente, ¿no?
Aunque hay gente con la que se está hablando a gusto. El otro día vino un niño con la madre y una tía, muy guapas y muy simpáticas. El chiquillo también era gracioso. De mayor quería ser vigilante. Inspeccionó todo mi cubículo y le dejé los prismáticos, con los que apuntaba al cielo.
-¿Dónde está la plaza de toros?- me preguntó.
-Ahí, ¿no las ves? Una pared grande amarilla, al final del pueblo.
Y repetía como  un loro:
-Una pared grande amarilla al final del pueblo… Una pared amarilla al final del pueblo grande…¡No! Una pared…

*Meto un dibujo publicado hoy en el semanario digital de CCOO que me dedica el gran Molleda, porque me lo merezco…¡no!, aunque no me lo merezco…¡Un abrazo y gracias, maestro!

LAS PISCINAS DE MADRID


 
He bajado unos días a Madrid, para el cine y el Rastro y esas cosas, pero sobre todo por ir a casa de algunos colegas que tienen piscina. No es por presumir de amigos ricos, sino de amigos a secas (nunca peor dicho). Además, con lo que es esto en verano, tener piscina en Madrid no es un lujo, es un artículo de primera necesidad. Ya me gustaría a mí poder ir hasta casa, nadando, atravesando piscinas, como Burt Lancaster en El nadador.




Lo demás calor y ruido, menos gente pero también gente. En general cada vez más, y más coches, más casas, más chinos, más turismo, más aire acondicionado… el calor cada vez más caliente. Pero he callejeado por los veranos vacíos de hace mucho, y al pasar por la plaza de la Cruz Verde recuerdo un año que vimos un tío llevando a beber a dos ponis en la fuente… ¿De dónde salían esos caballitos, por dónde habían entrado a la ciudad? Tal vez del Campo del Moro, o de los pesebres sombríos de un palacete del Madrid de los Austrias... Y ahí fue también, en ese pilón mismo, donde me tiraron a traición al agua Iñarrón y Pablo. Pero qué fresquita estaba…



martes, 14 de agosto de 2018

UN VIEJO DE CENICIENTOS

la feria de Cenicientos
…enseguida me cayó bien aquel viejo. Muy moreno de color tierra, el pelo todavía negro, larguito, un tipo menudo y sarmentoso que con su gorra azul de gasolinera y camisa de cuadros no habría desentonado en un pueblo triguero de Kansas… Se veía que era de campo campo y por eso no se hacía a las mañas de los comerciantes. Le había dicho al tendero un trozo de queso del que yo llevo. amagándolo con las manos, pero el de la tienda se lo cortó el doble de gordo y el viejo no sabía qué cara poner, muy grande, balbució. Te lo envuelvo al vacío si quieres- Y el viejo como había público, o sea yo, maliciándose que el otro quisiera tangarle con el queso se trabucó un poco y se le cayó al suelo una botella de agua que llevaba que yo la recogí y se la dí, y por pundonor más que otra cosa rehusó la mitad del queso y cuando se fue pedí un trozo del mismo queso del viejo que

PEÑA CADALSO

Cuando llegaron las plagas de cortapichas a Cenicientos pedí que me trasladaran a Cadalso –peña visible desde la de Ceni- y enseguida me arrepentí  de mi error/solicitud. No sólo porque enseguida desaparecieron las nubes de insectos ((si bien un centenar de ellos se metieron en una bolsa de deportes, (yo creo que aquellos bichacos advertían que  había llegado el fin de su ciclo vital y querían reagruparse o algo, con vistas a una nueva invasión, o aguardando épocas más felices -no bastó con desinsectarla, la bolsa, hubo que pisotear a cada uno de los resistentes especímenes.
Desde Cenicientos se ve la peña de Cadalso como en línea pero no creo que llegue a los mil de altura y hacía un calor terrible, no corría la brisa como aquí (1252 m)… Jota me llevó allí y al principio me gustó mucho, porque la caseta está arrimada a una muralla árabe (ahora creo que más antigua, quizá de los vatones) y me pareció muy literario, pero enseguida me cagué en romanos, árabes y vatones –originarios pobladores de esos riscos que desgajados de la cordillera de Gredos avanzan en la llanura amarilla y turbia de la Mancha.
El puesto/caseta no tiene mucho sentido, pues en vez de haberlo hecho en un alto de la muralla, está orientado al sur, a la provincia de Toledo, hacia Escalona y esos pueblos del Lazarillo de Tormes, imaginados sobre todo porque con la calima no se veía un carajo… Además a los pies del puesto había ido creciendo una gran encina, por lo que sólo podía verse algo hacia los lados. Eso y que la insolación era tan brutal que temblaban las lejanías, y para salir a mear había que ponerse crema protectora.
En Cadalso me acordé de aquel chico que conocí al entrar en las torres. Era de Madrid pero vivía en Cadalso de los Vidrios. Como no conducía estaba condenado a aquella torre. Odiaba el trabajo (le entendí bien con los dos días que estuve). Durante años lo dejó, desapareció, pero volvió un día diciendo que necesitaba pasta porque le habían estafado en lo de los sellos de Correos…
El camino hasta arriba sale de unas canteras y hay que subir media hora casi. Va entre pinos, es bonito hasta que empieza a calentar. X, otro vigilante que es de la zona, está mosqueado porque han nivelado con piedrilla parte de la senda y ya no encuentra las piezas arqueológicas que afloraban –un broche de un vestido romano, vasijas y cuchillos de los vatones famosos-. Dicen que siempre salía con algo, claro que para fijarse hay que saber de esas cosas…


lunes, 13 de agosto de 2018

PEREZ


PEREZ- en 1983 pasó por aquí Natalio Pérez Jimenez. (¿O fue en 1988?) El nombre y fecha están escritos en uno de estos pedrolos de granito, pero no con tinta, sino grabados con escoplo y martillo probablemente –letras de tamaño Cinemascope- con un esfuerzo digno de mejor causa. Y así debió comprenderlo el propio Natalio, que vuelve a firmar otra roca en 1990, ya con unos trazos de pintura negra que el tiempo va borrando inclemente. Luego he caído que Natalio, un tipo con tanto tiempo por delante, tenía que ser por fuerza un antecedente mío, otro vigilante, sí, de cuando no tenían ni caseta…

UNA GATA


Aparece siempre a esa hora del atardecer.  Hoy llega hasta el cuarto del ordenador al fondo de la casa. Maulla. Otras veces aparece y le saco algo de comer, un poco de chorizo o de bonito, y no siempre lo quiere. Se diría que viene para saludar. Confianzas pocas. Si quiero cogerla sale a la terraza y se descuelga con elegancia. (hoy, cosa rara, tenía hambre y se lo ha comido todo). A veces entra y sale sin más, marcando territorio, o se queda tumbada en el balcón, y echa atrás la cabecita para examinarme. Me parece bien, porque –parece querer decir- ella estaba antes. Siempre estabn antes, los gatos

miércoles, 8 de agosto de 2018

RIPLEY

Había un mariquita rubio y tranquilo en aquella playa desierta de Almuñecar al que llamábamos Ripley (dicho con acento andaluz). Pero luego la playa, que era nudista, pasó a ser exhibicionista y así no molaba. Ripley también se había ido.


Ahora vuelvo a leer las novelas de Tom Ripley. Había dejado la “saga” porque ya “me la sabía” de las películas. Pero el Ripley de papel, el de Patricia Highsmith, mola más si cabe. 



Ripley en el cine había sido Matt Damon –no sé por qué pensaba en Leonardo Di Caprio, quizá porque Matt Damon tiene cara de bueno, y De Caprio es más mentiroso… También fue Alain Delon, con una mezcla de fragilidad y frialdad. Y Dennis Hopper, con su cara de membrillo. Y, buenísimo, John Malkovich.



Todos lo hacen muy bien, porque el personaje es poderoso y se impone, o quizá porque cualquiera podríamos ser Ripley. Veo que en internet lo definen como sociópata. Pero Ripley es si acaso un neurótico. Discreto, educado, incluso a veces amistoso… sabe ponerse en el papel de los demás, tiene que hacerlo para salir bien librado. Ripley es en realidad su creadora Patricia Highsmith, y tal vez la fuerza de estas novelas venga de que la PH podría ser (haber sido, por eso lo escribo con tranquilidad) una asesina en potencia…



O al menos, que se pone en modo killer. Y tb nosotros que disfrutamos esperando el momento del golpe, siempre de parte de Ripley. Porque parece que Ripley no quería, pero, se complican las cosas, y es que no había otra salida (así convence PH, desprendida de todo artificio). Y luego las maquinaciones: los pequeños detalles, las verdades a medias, el librarse por los pelos. Ripley siempre va a lo suyo. 



LOS OJOS ABIERTOS: HIGHSMITH/RIPLEY