miércoles, 24 de julio de 2013

K-K-KESEY



¿Por qué “la gran novela americana” ha de oscilar siempre entre las 500 y las 1200 páginas? Me acuerdo algunas de Tom Wolfe y de Thomas Wolfe, otras de Norman Mailer, Jonathan Franzen, etc, etc, incluso Stephen King, incluso Pynchon el infumable… esperando años y años en mi biblioteca, esperando el momento oportuno o que la espiche antes de leerlos.

Esta de Kesey la compré en la cuesta de Moyano por cinco duros (era en los últimos años de la peseta), y desde entonces hasta ahora… Entre otras cosas la he cogido por el rollo forestal, pues va de una familia de madereros, los Stamper, una familia de esquiroles, reventando la huelga de un pueblo entero, Wakonda, cortando por cuenta propia para la Wakonda Company, esquilmando ellos solos todos los pinares junto al Wakonda River.

 
 

Y sin embargo son los putos héroes. Los Stamper –el padre, Henry Fonda y los hijos, los dos hermanastros, Paul Newman  y Michael Sarrazin en la película, pues de pronto me acuerdo de haber visto esta densa historieta resumida en película -yo era un chavea y aquello Sábado cine, el palpitar en blanco y negro de aquella televisión, un verano de Bilbao... Pero algunas imágenes se me quedaron grabadas en ese subconsciente del cine, de germinación más profunda de lo que parece y ahora de pronto vuelven a aflorar -Paul Newman espiazando una mesa de oficina con la motosierra, Newman otra vez intentando salvar a su primo atrapado bajo un tronco mientras la corriente del río –glub- sube y sube irremisiblemente. El viejo Fonda diciéndole a su otro hijo que a ver cuándo se corta el pelo.
 
 


Ahora han reeditado las quinientas páginas de A veces un gran impulso, convirtiéndolas en 800 y cambiando el título por el de Casta invencible, por aprovechar el tirón comercial (¿?) de aquella película que no creo que haya visto nadie. (Injustamente olvidada. El director era también Paul Nuevohombre). El tocho que yo tengo tiene un diseño curioso como si el libro fuera un leño, o una pesada cuña de madera. Un ladrillo. Leyéndolo he recordado aquella frase de Herman Hesse –autor predilecto de Kesey-, cito de memoria: Hay que llegar a los libros no como el borracho que se refugia en la botella, sino como el montañero que escala una cima. A veces también me acordaba de Ken Kesey… y de su puta madre. Muchas letras, mucha movida familiar, mucho resentimiento, todo ello trasvasado al monólogo interior, engarzados en un mismo párrafo los pensamientos de los dos hermanos, mientras una tercera voz cuenta, no sé, lo que pasaba en el pueblo hacía cuarenta años... Así, to pegao. Kesey se empecina lo mismo que sus cabezones personajes. Grandes personajes. También Sometimes a great motion es una “gran novela” fallida, pero después de todo, y sin comillas, una gran novela.  

 
PD: Ken Kesey escribió también Alguien voló sobre el nido del cuco y alguna otra cosilla, y luego se fue a conducir en el autobús lisérgico con Neal Cassady- el Dean Moriarty de En el camino- a flipar, a emborracharse. Como muestra, estaba bien con un botón.

 

2 comentarios:

  1. Otiá! Pues paice que promete. La añadiré a mi nueva biblioteca digital. De momento sigo con el sórdido mundo de Joe Christmas... (acojonante)

    ResponderEliminar
  2. pero pibe, qué decís, a Kesey debés leerlo en papel

    ResponderEliminar