No
sé por qué me ha venido a la cabeza aquel sotanillo que había en casa de Emilio
entrando por el portal y bajando unas escaleras (quizá sea por la lectura de
Balzac y sus covachuelas parisienses). El sotanillo había sido vivienda ¿de la
portera? y su hijo. Murió esta mujer y el hijo que era yonki siguió habitando
el habitáculo hasta que... Era una habitación hermosa de unos veinte metros
cuadrados, y daba por unos ventanucos situados a unos dos metros del suelo a
una especie de patio entre cuatro casas, patio con gatos y árboles, abierto a
la calle por cuatro lados, aunque habitualmente clausurado por una verja. Con
todo ello hay sitios mejores para vivir.
El
sótano no se había abierto en años y lo
“redescubrieron” a raíz de unas reformas, una fuga de agua o algo así. Fuimos a
verlo, un mediodía que entraba el sol por el patio (Eminem contando con la
comunidad quería vendérmelo como trastero y anexo/ biblioteca, incluso despacho
pues tenía agua corriente). El cuarto estaba vacío y había en el medio la momia
seca y polvorienta de un gato en posición de reposo, el animalito había entrado
con facilidad por un ventanuco estrecho sin cristal saltando al interior pero
no había podido hacer el camino inverso y quedó allí atrapado…
En cuanto al yonki, al parecer ya sin derecho a un posible inquilinato, entraba y salía, hecho unos zorros, era una molestia para el vecindario, y un día que volvía al redil tras una de sus incursiones se encontró que le habían cambiado la cerradura y tuvo que irse con viento fresco.
En cuanto al yonki, al parecer ya sin derecho a un posible inquilinato, entraba y salía, hecho unos zorros, era una molestia para el vecindario, y un día que volvía al redil tras una de sus incursiones se encontró que le habían cambiado la cerradura y tuvo que irse con viento fresco.
Obviamente
deseché el local, no sé cuál de las dos historias me parecía más terrible.
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