Estaba
leyendo un libro de Coetzee, muy ameno, porque Coetzee escribe muy ameno, pero
muy triste, muy malrollero, y también bastante previsible: Se titula Hombre
lento y va de un ciclista viejo al que atropellan y luego amputan la pierna y
luego -todo contado en un presente agobiador- la enfermedad la cuidadora la
muerte los remordimientos –las oportunidades perdidas, de la paternidad, del
amor, etc etc, los libros que se le acumulan, etc, las desgracias de todos los
días, así que mando el libro a la mierda y encuentro un tomo que había dejado a
medias con novelas cortas de Balzac, y lo había dejado a medias porque no
quería autores “decimonónicos”… Había leído cosas de Balzac a los veinte años y
así.
Coetzee
escribe reflejando el sentido común, pero Balzac cuenta la vida en todos sus
colores. Es la misma vida, la misma humanidad doliente en el caso de Balzac,
pero aquí más pinturera: los estudiantes pobres, los soldados lisiados, los
aristócratas en bancarrota, las marquesas pérfidas y los médicos, los abogados,
los jueces -legales o chungos, ingenuos pero no tontos… La rueda de la fortuna
siempre está girando en estas novelas y al que le toca un número fula se
aguanta y tira palante, los personajes de Balzac nunca se quejan y cuando les
va mal se quitan ellos mismos de en medio, pero sin demasiado dramatismo, como
Lucien de Rubempré, el joven periodista de Ilusiones perdidas.
Balzac
murió joven -50 tacos, aunque en La comedia humana las marquesas parisinas de
30 o 35 ya están fuera de mercado y tienen que hilar muy fino para asegurarse una
vejez rentable. Muchos de estos libros los escribe Balzac antes de cumplir esos
mismos 30, pero parece que sabe de qué habla. Hay una visión fatalista del
mundo que hace pagar cara la nobleza y la bondad, pero también un elemento de
azar que puede cambiar las cosas en el último momento... Hay héroes como el
coronel Chabert, desaparecido en combate, oficialmente muerto, que engatusado
por la mujer acaba cediéndole con generoso despecho su fortuna, renuncia a
pleitear (porque hay muchos pleitos en Balzac, muchos embrollos judiciales y
económicos) y se sumerge alegremente en el arroyo. Balzac respira
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