–este barrio de que estamos hablando se
encuentra “al otro lado del río”, no en la parte de la ciudad sino en la de los
arrabales. Pero estamos muy cerca del puente Segovia, Madrid Río, etc… y desde los callejones se divisa –aparece y
desaparece- el palacio de Oriente. Creo que el distrito fue el de Palacio. Recuerda,
en ese sentido, esos pueblos apiñados en torno al palacio inalcanzable en el
que vive un rey lejano e injusto-
En
el barrio queda una plaza circular pequeña que debía dar entrada a la estación
del tren. A un lado de la plaza en unas casuchas se lee que sobre el solar que
éstas ocupaban se hallaba la famosa Quinta del Sordo, la finca donde goya pintó
las pinturas negras.
Delante
de la casa –casa de principios del siglo xx pero sin mayor gracia- veo a un
rumano buscando en unos contenedores que mira con curiosidad un álbum de Asterix
(en francés) que ha encontrado en la rebusca. Como si la pequeña plaza
siguiera, tanto tiempo después, emanando sus irradiaciones artísticas.
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Quinta del Sordo (maqueta) |
Pero
esa placa va de palo. La placa de la plaza. Ahí no estuvo la quinta goyesca
sino unos metros más arriba, ocupando el barrio de topónimos cordobeses, y dado
que fue demolida, la quinta, en 1909, tuvo que convivir con la estación de tren
–posiblemente desde la quinta del sordo se veían las vías y andenes de la "estación Goya· : esta conjetura es mi principal aportación al tema, ya que todo
lo demás que cuento se puede hallar en la red.
Los
nietos de goya recibieron en herencia la finca con las pinturas negras (las
cuales en un principio se exhiben allí, después son llevadas a FR, y queda el
caserón como desmantelado sin las misteriosas pinturas) pero, hombre, tampoco
es para venderlo, para vendérselo al típico hijoputa para que haga más casas…
Esto
en FR no habría pasado, pero quién sabe si estas cosas son las que ponen la
gracia en nuestra desangelada historia. De tan listos, somos tontos.
Manteniendo el caserón, seguro que finalmente hasta habrían hecho más pasta...
Yo antes iba mucho al Prado a ver esas pinturas negras de moda, pero cuando
eran gratis. (Antes de “Uropa”).
Por
cierto, estos barrios del paseo de Extremadura son de los más abigarrados –y
también densos y agobiantes de la ciudad (quizá por estar en vaguada, por lo
pronunciado de sus pendientes: aquí tenían que correr arroyos hacia el Manz y quién
sabe si por debajo del asfalto no siguen fluyendo). Seguiremos con los
misterios del barrio.
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la quinta y ciudad al fondo |