Será
casualidad, pero al cruzárseme por delante el mismo gato pelirrojo que ayer, y
en la misma curva y a una hora aproximada –poco más de las nueve de la tarde,
carretera de Hoyo- volviendo yo en coche de la torre a Madrid, él pasando del
monte de El Pardo a una zona de urbanizaciones en cuyos contenedores tendrá
pitanza asegurada –era gordete pero ágil-
no he podido evitar pensar que el minino me esperaba, si no como un
juego, adivinando que conmigo no corría peligro y que frenaría en el momento…
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