domingo, 1 de mayo de 2011

99 AÑOS DE SABATO


De Sábato, más que de su narrativa, me acuerdo de las pullas que le lanzaban Bioy y Borges en aquel libro de conversaciones que podría haberse llamado el Biorges.
El Biorges era un tocho infumable de dos mil páginas. Si le hubieran dado con él en la cabeza, a Sábato o a cualquiera, le habrían dejado en el suelo.
No contentos con eso, ponían a todo el mundo a parir. Todo les parecía una mierda, menos lo que escribían ellos. En el caso de Sábato, no se metían tanto con su obra sino con el propio ES. Según ellos un figurante, una vedette del intelectualismo y los derechos humanos, un bocas ansioso de chupar cámara.
 
Como sólo tiene tres, yo me leí las novelas de Sábato dos veces. La verdad es que la primera vez me gustaron más que la segunda. “El tunel” lo recuerdo como un Dostoievski porteño y menor. “Abaddon el exterminador” me pareció que no estaba terminada, un borrador acumulativo de novela con capítulos sugerentes pero que no iban a ninguna parte. La que más me gustó fue “Sobre héroes y tumbas” (aunque algunos capítulos son de carcajada: esa Alejandra blasfema y sacrílega, desnuda bajo la lluvia, habría causado la indignación de los padres jesuitas). Pero la historia de Alejandra y Martín resiste por su atmósfera de misterio y como novela de adolescencia, crónica de esa sensación de decadencia que se tiene en la vida antes de empezarla realmente a vivir…
 

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