Pronto nos hundiremos en las frías tinieblas;
¡Adiós, resplandor vivo de los estíos veloces!
Escucho ya caer, con fúnebre entrechoque,
La leña que retumba en las losas del patio.
Inundará el invierno todo mi ser: temblores,
Odios, cólera, horror, labor dura y forzada,
Y, como el sol clavado en su infierno polar,
Un bloque helado y rojo será mi corazón.
(...)
Baudelaire: Canto de otoño
(trad. Antonio Martínez Sarrión)
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