Leído el libro de Muñoz Molina
sobre la corrupción, la especulación, el pelotazo, el despilfarro, la puntilla
al estado de bienestar –“Todo lo que era sólido”- que lo habría sido mucho más,
más sólido, más coherente, si el autor -distinguiendo como hace en el libro
entre lo necesario y lo supérfluo- hubiera rechazado, en un
gesto cortes -pero interiormente altivo- el galardón que le otorgaban
graciosamente las manos de SAR.
Pues si encima se le ve embelesado al gicho,es la historia mil veces repetidas,vuelve capitan Trueno.
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