Guardianes de la galaxia. Un producto Marvel más, una
reminiscencia de Star Wars, aunque con atractivos muñecos y escenarios. Lo
mejor: un tipo treintañero que entró en la sala con el film ya empezado, gorra
de beisbol y cartón con palomitas, gritando: “¡Película recomendada por Al
Pacino!” ( y era verdad, lo leí en una entrevista en El País). Se sentó al lado
de un viejo al que pareció desagradar su irrupción (luego pensamos si no sería
su padre), esparramando por el suelo las palomitas y gritando comentarios cinéfilos
tipo: “Aquí no hay guión ni hay nada! “Si no fuera por las palomitas” “Si
estuviéramos viendo Alien” “Si estuviéramos viendo Depredador”. Incluso creo
que en un momento le dijo algo al viejo en que creí entender la
palabra Niño, y el viejo replicó: “A El Niño iremos otro día”.
El Niño me ha parecido un vistoso
telefilme, poco más. Y un importante ejercicio de promoción. Es una historia
desaprovechada, donde sus diversos ingredientes no terminan de engarzar. Faltan
personajes, romanticismo, aventura, profundidad psicológica y la garra de pelis
como Grupo 7. Habría sido mejor hacer un nuevo Bajarse al moro, o una especie
de Deprisa deprisa del Estrecho. Algo más modesto como punto de partida, porque
para lo que ha salido tampoco hacía falta pasarse cinco años para “mejorar a
tope el guión”, que dijo el director. Yo veo un guión tentacular pero que no
llega, un poco como No hay piedad para los malvados, la de Urbizu, aunque El Niño me gusta mucho más que
aquella. Aquí al menos buenas panorámicas y buenas interpretaciones. A destacar el racismo del cartel de la película, donde salen los nombres de todos los actores, menos los del chico y la chica marroquí, que tienen papeles importantes.
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