Al
llegar al “lago” con la bici, olor a fuego de leña y a olla de alubias. A través
de los árboles despojados la ciudad al fondo como un diorama. Sol y viento. Todo
en el viento –árboles, lago de aguas estriadas, torres urbanas de cartón
piedra- a punto de alzar el vuelo girando en remolinos.
* * *
En
aquella casa ocupada en Lavapiés, finales de los 80, todos coreando: “¡Okupa,
resiste! ¡Okupa, resiste!”. Todos menos JJ quien, sin darse cuenta de la
disonancia: “¡Okupa, reside! ¡Okupa, reside!”…, pero muy serio, y cargado de
razón como un buen burgués haciendo sus cálculos inmobiliarios.
* * *
Parece
un croupier del Mississipi. Habla confidencial y tranquilo, no tanto por lubricidad
como por el gusto de escucharse, de que le escuchen, de narrar, se nota que va
improvisando sobre la marcha: “… primero sólo dos dedos…, pero al final le metí
el puño hasta el codo”. Lo cuenta como si él fuera otro, un personaje, con
distancia de experto literato.
* * *
Han
venido unos obreros sudamericanos, una cuadrilla, a hacer una reforma en el 3º.
Cuando bajo con la bici me parece que me miran con envidia. Cuando vuelvo más
tarde me dejan que suba en el ascensor y se quedan abajo esperando con los
sacos. “Así descansamos un poco”.
* * *
Notas
para novela: Dos chicas de instituto, un poco marginales (con respecto a las
demás) pero enrolladas. Les llaman: a una La Muerta, porque es muy blanca, y a
la otra La Ñoña: tiene un poco cara de asco, un gesto. Son amigas de La Larga,
una morena de largas piernas, un poco creída pero buena persona.
* * *
Tere
días atrás en la habitación del hospital, fumando en la ventana, y una
enfermera que entra y le dice que no se puede.
-Mira,
ya me da igual todo… No me importa morirme… y no me importa matarte.
Un
buen lema ese de la canción de Leño: “Lo que tienes es bastante”.
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