Tampoco
he contado que de aquí a gredos estaba todo lleno de controles de la
benemérita, con metralletas y todo (¿por
si a alguien se le ocurría atentar contra rod stewart?), controles de
alcoholemia –a punto estuve de decirles a los agentes que no bebo hace siglos,
pero para qué ponerles en la tesitura de la presunta
inocencia… La primera vez me llevé el pitorrito de soplar en el coche y a
la segunda que me pararon, nada más soplar, con plena seguridad de que estoy
limpio, se lo entrego al picolo: esto es de usted, y el otro: no no yo no voy a
coger eso que ha echado usted la saliva, lléveselo en el coche y yo: yo no me
lo tengo por qué llevar, ¿qué hacemos? ¿lo tiramos? –y lo saco por la
ventanilla como que lo voy a tirar al
suelo, y al final el sufrido funcionario se hace cargo del objeto, pero para
contraatacar al momento como el que tiene la sartén por el mango: a ver,
permiso de circulación y la itv… -y lo busco acojonado, sin rechistar puesto
que no está el coche a mi nombre y a ver si a ver qué pasa
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