Fue pocos días después del 11 M, tal día como hoy hace diez años, cuando José Moisés Panero falleció en Astorga, la ciudad paterna que había escogido como refugio. Tal vez pensó: Ya está bien, esto de las bombas ya es demasiado. Como homenaje a Michi y al recientemente fallecido LMP ("Dime tú payo, dime tú, payo al que llaman España"), y dado el culto panérico que se profesa en las redes sociales, voy a publicar en varias entradas las declaraciones de Michi sobre Leopoldo (entresacadas del manuscrito inédito y preparado a cuatro manos -es un decir- "El final de una fiesta"). Todavía resuenan en mis oídos, y en las viejas casettes, las voces guturales de ambos hermanos.
Mi hermano Leopoldo iba de
entrada para haber sido un brillante catedrático. Empezó Filosofía y Letras y
le gustaba mucho su carrera.
En aquella fase
universitaria de mediados de los sesenta, combinaba su militancia en el PCE con
su afición a Artaud y a las camisas de flores. Viajaba a París para ver a
Lister y a Carrillo y a la gente de Ruedo Ibérico. De aquellas excursiones
volvía cargado de panfletos, pero ya cachondeándose de Líster y de los viejos
del partido. Líster estaba con unas sandalias olorientas y andaban todos ahí
preparando unos guisotes de lata y fabadotas. No es que Leopoldo fuera un
señorito, pero todo el mito –y como a LMP a tantos otros que fueron a París
clandestinamente- se le derrumba en dos patadas. Los Líster eran terribles de
ordinarios.
Meses más tarde a Leopoldo
le detienen en una fiesta en casa de un amigo suyo, José Ramón Rámila, un guapo
de la universidad, de familia falangista (Rámila tendría una muerte absurda, se
murió de pronto en la ducha). Hubo una redada en la casa y según entraban los
amigos de Rámila les iban deteniendo y así pasa con Leopoldo, que llama a la
puerta, le abren y le ponen las esposas. La casa de Rámila era un fumadero de
maría y a mi hermano le encontraron dos porros en el bolsillo. Todas las
detenciones de Leopoldo son como si tuviera los hados en su contra, porque
tampoco es normal ni que te coja un sereno ni que llames a un timbre y esté la
policía dentro. A los demás les soltaron enseguida, pero Leopoldo, que tenía
ficha política, fue llevado a Carabanchel y juzgado por el Tribunal de Vagos y
Maleantes (Vicente Aleixandre fue a declarar a su favor, pero no sirvió de
nada). Le condenan a cuatro meses de prisión en el penal de Zamora, una cárcel
húmeda y siniestra al lado del río, donde cumplían condena los presos etarras y
pululaban las ratas...
LMP se lo pasó muy bien en
la cárcel y todavía recuerda aquellos meses con nostalgia. Dice que en los
sanatorios son todos unos hijos de puta, pero que la cárcel es otra historia.
Bueno... Allí se hace amigo de Eduardo Haro Ibars, que también estaba preso por
asuntos de droga.
Mi madre iba a verle todas
las semanas y contacta con Claudio Rodríguez, el poeta más célebre en Zamora,
amigo de Juan Luis y admirador ferviente de mi padre. Claudio intercede por
Leopoldo y consigue, ya que no un trato de favor, al menos que le den mantas
para que pase menos frío. Gracias a Claudio, Leopoldo es nombrado bibliotecario
del penal e incluso consigue un tocadiscos, con el que machacar al resto de
internos con sus clásicos Fórmula V y Lola Flores.
Teniendo en cuenta que LOS HERMANOS Rámila son de casta del PNV y no falangista, como se asevera aqui... No se cuanta credibilidad tiene nada de esto.
ResponderEliminarRámila-Benito del Valle, falangistas por parte paterna y nacionalistas por la materna, Golfo...
ResponderEliminarAsí se habla,Asis
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