Por fin me
he leído de un tirón un libro con el que andaba a trozos toda la vida: las 800
págs de El cuaderno gris, de Josep Pla.
Es un
diario, ya se sabe, de los años 18 y 19, escrito por un pla veinteañero (escrito
en catalán, como casi toda su obra) y retomado/reconstruido cincuenta años
después por el escritor sesentón.
El
libro va de todo y no va de nada. El clima, las nubes, los vientos (sobre todo
los vientos –el garbí, la tramuntana…). Los payeses y las huertas, las
tertulias de Barcelona, viajes de radio corto… Ni siquiera va de sí mismo, pues
Pla se hurta a sí mismo, se esconde con ironía y prosa geométrica, quizá por eso que dice muchas veces sobre el pudor, el miedo al ridículo, etc.
Cuando
acaso se muestra, lo hace cual joven monstruo de razón y de sentido común, que
parece de vuelta de todo. Y sólo tenía veinte tacos… Quizá en aquella época los
adolescentes eran ya tíos hechos y derechos –pero lo que sobre todo se nota es la
labor correctora del escritor ya maduro, y por ahí el libro es más memorias que
diario…
Buscando
en google, leo que otros lo consideran en realidad “una novela” –suena como una
boutade. Pero el caso es que a ratos yo también me lo pregunto, qué es este
mamotreto: en el que no sucede nada, más que el tiempo muerto y vivo de la adolescencia,
y además ya sabemos que josepla
abominaba de la novela, un género según él para cretinos, con su pie forzado y
su desenlace forzoso que no podía ser “espejo de la vida”
Lo
suyo, más que narrativa, parece género de
papelería, con títulos como Lo que hemos comido, Gerona, La Costa Brava,
Fin de semana en Nueva York o El cuaderno gris, mismamente. Pla no cuenta nada
y por eso se le lee sin prisa… Más pintor que narrador, es un hiperrealista, un
escritor a ras del suelo…
Pla
no cuenta nada pero en todas las páginas hay un destello, un color nuevo, una
adivinación.
Leyendo
sobre Pla he visto que otros autores de la época (Arbó, Bonald) le consideraban
un risión, un metepatas, y que (pese a su pinta de paleto, o por ella misma)
siempre se quedaba con toda la peña. No parece, pero podría ser. Se pinta a sí mismo Pla como hombre tímido
y poco dado al enjuague social. Pero en las tertulias barcelonesas se movía
como pez en el agua, y enseguida le enchufaron en La Vanguardia (creo que era en La Vanguardia).
Anduvo
de periodista por la Europa de entreguerras y al final de la civil se fue a
pasar una semana al mas de la familia
y se quedó en el campo hasta su muerte. Hombre de mundo, enseguida se
encasqueta la boina de payés. Y no se pierde una francachela, bajando de marcha
al pueblo siempre que puede… Sólo cuando la carretera de la masía a Palafrugell,
que él recorre a pie, se llena de coches y de camiones, se queda en su casa
abominando de la sociedad de masas.
Pla
es un misántropo siempre rodeado de gente, y un misógino al que se conocen unas
cuantas novias, lo que ocurre que nunca presume de nada.
Pla
va de payés –ese personaje, el viejo, el payés, es el que le convirtió en autor
popular- y va también un poco de Baroja, con la boina y el estilo simple y
sencillo. Según predica, su propósito de sencillez y de escribir como se habla
(o al menos partiendo del lenguaje hablado) se le complica muchas veces, y así de
Baroja pasa a Proust, tiene muchas ideas en el caletre y muchos colores en la
paleta –los retratos psicológicos son buenos, las descripciones de la
naturaleza son la hostia, más de pintor que de escritor… y los colores del
cielo ponen toda la fantasía y el arte, y también un poco del barroquismo que
Pla quiere erradicar. Lo suyo está muy trabajado. todo ese rollo de "fumo para buscar adjetivos", lo cual tensa su estilo pero a veces también lo ralentiza
(pero mola un mazo
Me impresionó la actualidad del cuaderno gris cuando lo leí, leyéndote ahora creo que lo que capté no fue la actualidad sino la intemporalidad. Fan total de Pla, imprescindible la entrevista en "A Fondo" con Joaquin Soler Serrano.
ResponderEliminarMuy buena la entrevista, el otro día la vi en youtube... sobre todo cuando Pla se cansa y se quiere marchar y dice que le está entrando hambre. Un abrazo!
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