A lo
lejos veo un revoltijo animal. ¿Hamster? ¿Rata? En cualquier caso gris roedor,
corriendo desesperadamente Avenida Portugal cuesta arriba, pegado a las verjas
de la Casa de Campo. Una urraca le sobrevuela y se le lanza encima, o a
saltitos intenta interceptarle el paso.
Pero
la rata sigue su trayectoria rectilínea, escurridiza, su cuerpo alargado,
agusanado, con el centro de gravedad desplazándose de un extremo a otro, de las
patas delanteras a las traseras, la cabeza huidiza como la de un conejo… pequeña y esforzada (y sucia) bolita moviente
bajo la ajedrezada urraca abucharante que despliega sus alas e inútilmente
trata de cortarle el paso. Ambas criaturas se funden momentáneamente en un
ser híbrido llamado URRATA, pero el ave
no logra hacer presa y el roedor se escabulle y se pierde bajo un lecho de
hojas secas.
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