jueves, 16 de octubre de 2014

LA CIUDAD DE MODIANO


Me escribe desde París, un amigo muy querido, José Luis Fortea, sobre Patrick Modiano: “Creo que tu, Asis, ya me hablaste de que lo habías leído y de que por Madrid estaba muy de moda hace ya años. Para mi francamente nunca fue mi autor preferido en Francia. Solo me impresiona su estilo y siento un gran respeto por la persona: su discreción, sencillez, modestia... Hace ya tiempo vivía cerca de mi casa y alguna que otra vez le cruzaba por la calle. Nunca me atreví a abordarle, pese a ser de mi generación, casi de mi misma edad, o tal vez por eso mismo”.
A mí también me flipa ese estilo -y esa personalidad- que le hace contar las cosas como sin querer contarlas del todo. Tal vez otros, Kundera, Roth, sean mejores, narradores de largo aliento, grandes técnicos de la novela, pero cómo no querer más a este chico de las calles parisienses.

 
Las calles y los barrios. La ocupación alemana, tan citada estos días como temática y centro de su narrativa, es sobre todo un punto de partida y un telón de fondo (no confundir a Modiano con un escritor político). Y sus primeras obras, la Trilogía de la ocupación, los balbuceos de un escritor joven que empieza. (El mismo PM confesó su dificultad inicial para orientarse en el mapa de la novela) Textos polifónicos y recargados que aún no manifiestan la simplicidad y limpieza narrativa del mejor Modiano.



Para mí el que cuenta su adolescencia y primera juventud, los parisinos años sesenta -Tan buenos chicos, Una juventud, Libro de familia: libros que languidecían en las bibliotecas públicas, esperando que acabara la mala racha modianesca en España. Ahí se hacen patentes sus temas recurrentes: la juventud, la identidad, los amigos perdidos, el paso del tiempo, la ciudad y sus cambios.
 
 

 
¿Existe de verdad esa ciudad de Modiano? En Madrid, pese a lo que decía el autor, hace tiempo que desaparecieron esas islas de espacio/tiempo, arrasadas por la municipalidad reinante. ¿Y en París? ¿Seguirán existiendo las zonas neutras, tierras de nadie, donde todo está en suspenso? “Lugares de tránsito, puntos de partida”: no se puede echar raíces en ellas. Pero la segunda y última vez que estuve allí (2010), en la ciudad de las grandes boutiques, no vi nada parecido. Quizá en mi primera visita -de colada desde el tren de Hendaya-, una tarde soleada de domingo por las cercanías de la place d, Italie… Pero ha pasado demasiado tiempo, más de veinticinco años.
 

 

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