Vamos
al cine de verano a ver la última de Tarantino. Hace ya un frío que pela, pero
aún así… Iba a ver la peli con recelo, iba más que por Tarantino por el tirón
de De Caprio y Brad Pitt, esos dos guaperas que con el tiempo han acabado
siendo buenos actores (y aquí grandes actores). De Caprio hace de una estrella de Hollywood
venida a menos, y Brad Pitt es su doble de acción. Hay qúimica entre ellos -un
poco a la manera de Newman/Redford- y le dan la peli muy hecha a Tarantino.
Parece que les deja hacer y se resigna a no ser Tarantino, rodando “sin más”
una serie de escenas frescas, brillantes, rápidas… Parece que no pasa nada, una
serie de anécdotas, apenas hay trama y sin embargo la pinícula despega
enseguida.
Lo
que más me jode de QT son los diálogos interminables, pretendidamente graciosos
pero que estancan la acción. Por eso no puedo ver sus pelis por segunda vez en
tv. Pero aquí Tarantino renuncia a ser ingenioso y prescinde de esas charlas. (Hay
un momento, una conversación entre Di Caprio vestido de vaquero y una niña en
un rodaje que amenaza con ser más de lo mismo, pero por fortuna se resuelve enseguida
y sigue la película).
También
renuncia a su “guiños cinéfilos”, sin necesidad de copiar planos de otros
directores, no es necesario para que la peli transpire amor al cine. En una
ambientación cojonuda, finales de los sesenta, están presentes las viejas salas
y los carteles de cine -a mí me han traído muchos recuerdos: Al este de Java,
El oro de Mckenna, los spaguetti western. También la secuencia de La gran
evasión con la imagen superpuesta de Di Caprio suplantando a Steve Mc Queen, y
ese Bruce Lee apócrifo… Y la música de entonces: ráfagas de Deep Purple, Neil
Diamond, José Feliciano interpretando California dreamin.
Este
Tarantino más contenido hace más con menos, deja también el gore y la carnaza habitual
para la última escena: donde tiene sentido, porque hay que currar a los malos
–unos putos hippies, en una solución alternativa a la matanza de la familia Manson
en la casa de Polansky, que se resuelve con final feliz…
Conclusión:
me ha gustado un huevo.
Lo
mejor, inquietante, la llegada de Brad Pitt al rancho de los hippies, a plena
luz del día, amenazante mezcla de western y cine de terror.
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