martes, 31 de julio de 2012
lunes, 23 de julio de 2012
jueves, 12 de julio de 2012
miércoles, 11 de julio de 2012
FAULKNER FOREVER
como es el centenario de faulkner aprovecho para rescatar un texto antiguo, escrito hace diez años o más, a raíz de otro centenario de wf (en aquella ocasión, me parece, su nacimiento...
Es el centenario del nacimiento de Faulkner
y, entre el aluvión de críticas y de recensiones, hay alguno que dice que
Faulkner quiso alejarse de la vorágine de su tiempo encerrándose en el ghetto
de Yoknapatawpha y sin ver las transformaciones que propiciaba el mundo a su
alrededor.
Está claro que Faulkner habría sido otro tipo
completamente distinto de escritor de haber nacido en Nueva York y no en un
pequeño rincón de Mississipi. A él no le hizo falta seguir el consejo de
Balzac, que aconsejaba a los escritores irse a vivir a un pueblo donde, no sólo
la observación de los tipos tiene que ser más directa y definida, sino que hay
un reparto de roles claro y establecido: el adúltero, el criminal, el tonto del
pueblo…
Faulkner pinta un mundo casi medieval, a
Yoknapatawpha aún no ha llegado el capitalismo y su afán igualitario, su
numeración siniestra de los hombres como engranajes de una misma máquina. En el
viejo Sur cada uno vive una vida distinta y sueña sus sueños propios.
Sus personajes están tan habituados, son tan
consustanciales a su entorno que el salir de él –aunque sea un pequeño viaje a
la capital del condado- les saca de sí mismos, les obliga a cuestionarse.
Bayard Sartoris, una melancólica tarde de
navidad, atravesando a caballo los campos, hacia la casa de sus antiguos
sirvientes negros. Bayard trata de huir de su familia, de su mundo, y pasa la
noche con los negros que le reciben muy amablemente pero donde tampoco
encuentra su lugar.
Vemos a Bayard a lomos de su caballo,
suspenso en medio del paisaje, como una triste interrogación que no encuentra
respuesta.
Vemos a Mink Snopes, después de cuarenta años
pasados en la prisión de Parchman volviendo a casa, aturdido por el tráfico de
la carretera que él recordaba como un camino de mulos. El viejo Snopes no puede
adaptarse a un mundo que ha cambiado y trata de que ese mundo se adapte a sus
costumbres. La capital de la provincia a la que vuelve se ha convertido en una
inmensa metrópoli, pero al final consigue encontrar lo que busca: la armería
que perdura desde su juventud, un simbólico recinto del pasado, donde encuentra
el arma que le servirá para consumar su venganza.
Faulkner, pese a la modernidad rampante, se
ha convertido ya en un clásico. Su técnica la aprendió de Joyce y de Proust,
pero su mundo narrativo está más cerca de Dickens y de “Los miserables”.
Hoy qué novelista podría levantar un mundo como el
de Faulkner. Mundo inmovilizado, donde cada cambio se vive como una dolorosa
ruptura.(...)LA CASA EN EL BOSQUE
No, la casa en el bosque no estaba, como nos habían dicho,
anegada por las aguas. Intentos infructuosos de encontrarla, derivando hacia
las ciénagas cuando anochecía, cruzando
alambradas tras las cuales pastaban los toros bravos. Por fin, en un mediodía
ardiente, cuando volvía a atravesar el bosque, creyendo ya que todo eran
invenciones de los lugareños, apareció en lo alto, en un repliegue del terreno,
en una colina lamida por las verdes aguas del embalse, el palacete
dieciochesco: devastado y a la vez incólume, envuelto en las zarzas como una
máquina del tiempo…
ERNEST BORGNINE
Ese momento fatídico en que el gran Borgnine abandonará a su
suerte a su compañero, el traidor
Angelito, en manos del Indio Fernández y su malvado ejército. Angelito se queda
cercado, acorralado, entre las risas de los inditos que le torturarán cruelmente…
mientras que Borgnine –una expresión indescriptible pintada por un instante en su
cara- sale del pueblo a caballo, hundido en la vergüenza y la cobardía, en
busca de la venganza y del Grupo Salvaje.
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