Estaba
intentando sacar aislada a la gitana de las flores, pero es imposible porque
todo el rato pasa gente. ¿Es la misma que estaba en Cuatro Caminos hace tantos
años, cuando llegamos a Madrid? Parece la misma, pero tiene que ser la hija –en
cualquier caso Egipto puro. Siempre me gusta volver a mi barrio de entonces, esa
calle tan larga que atraviesa la glorieta hacia el norte, Bravo Murillo,
ejemplifica para mí lo mejor y lo peor de la ciudad, el anonimato pero también
el abigarramiento, el movimiento, la diversidad… En la avenida los grandes
autobuses, el mercado, los kioskos, ruido de motores y olor de gasolina. En las
callejuelas a los lados, tabernas y casas como de pueblo, las montañas al fondo…
Calles de Tablada, Almansa. Los domingos recorriendo Bravo, buscando un cine
que nos dejaran pasar. Mayores de 18. Stgo incluso inventó una hermosa denominación,
al tiempo despectiva y cariñosa: “un bravo”, “es muy bravo”, “qué peña más
brava” –bravo: habitante de aquellos
parajes que hoy son Babilonia. Ya entonces tenía algo de agotadora avenida
sudamericana. Los desaparecidos cines ejecutaban una doble moral, porque entre
semana pasaba todo cristo. Pero los domingos debía de aparecer la inspección… Pero
gustaba recorrer aquella calle, orientación norte/norte… Yo ya me he curado
algunas depresiones calle arriba y abajo, sólo con ver al personal. Al llegar a
Pza Castilla la calle traza una ligera curva nor/noreste, de donde se mantenía
un hilo para el exiliado, no estaba cerrada la vuelta. En la Ventilla rebaños y
tiovivos. Para mí es la verdadera entrada a Madrid, tras el mareo de las
circunvalaciones empieza a pulular la humanidad y en las fiestas de julio pasas
bajo guirnaldas de luces. Debo de tener por ahí afotos pero mejor enlazar a Moris, el rockero argentino, que
le dedicó una buena canción: La ciudad no tiene fin.
La ciudad no tiene fin - MORIS - YouTube
https://www.youtube.com/watch?v=plfXLQ2pMLw
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