El domingo pusieron por la tele Deprisa deprisa. Sólo vi media hora porque había sueño y ya la había visto siete veces. Pero, ¡qué media hora! La peli se mantiene con la magia de algunas obras de arte que parecen AUTOGENERADAS. Un trozo de vida, y un señor, Carlos Saura -habitualmente bastante petardo pero entonces en estado de gracia- que acertó a pasar por ahí y logró captar esa vida sin mayores intermediaciones. Y esto creo que es el mayor elogio que se le puede hacer a una película, a un libro, etc. La naturalidad, la sencillez, la frescura, si no se consiguen de primeras suelen necesitar esfuerzos ímprobos. (El día anterior habíamos visto La colmena… Aparte de goyas y de cayetanas, redescubrir los momentos dorados del cine español).
A mí también me gustó esa película
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