lunes, 28 de marzo de 2011

BRUCE LEE Y BRUS LI

Días atrás, Operación Dragón en la caja tonta. La pinícula me gustó, me descojoné bastante. Las pelis de kárate son dignas sucesoras de las de espadachines. La premisa es simple: Bruce Lee tiene que ir en misión especial a una isla en la que se desarrolla un torneo de artes marciales, a fin de desenmascarar al tirano que la organiza (tráfico de mujeres y tráfico de drogas, de tapadillo). Y Lee pregunta inocentemente: ¿No podíamos emplear armas de fuego para acabar con él? No, no, imposible -le responden- está prohibido entrar con armas en la isla... Así, Lee -pésimo actor, que todo lo más llega a poner cara de mosca cabreada- podrá lucirse en la lucha libre.

En los 70 hubo la fiebre de BL con quien flipaban los viejos macarrillas históricos, especulando sobre las extrañas circunstancias de la muerte de Lee y sobre si había sido  hibernado como Walt Disney. Incluso algunos ilusos decían que el mesías chino no había muerto, que se encontraba escondido en algún punto de la URSS, entrenando a los ejércitos rojos. Sobrevino un ejército de imitadores (ref en internet: Los imitadores de Bruce Lee) y la peña tragaba con todo: Bruce Li, Bruce Lei, Brus Li con dos cojones. Imaginación no les faltaba.



  Lo que no mola nada en Operación Dragón (y en todas las de chinos): si BL tiene que partirse el alma con doscientos tíos o más, ¿por qué no van todos a la vez? Así acabarían antes... Pero no, van de uno o uno o de dos en dos como mucho, mientras los demás se quedan esperando. Algunos ejecutan ridículos pasos de baile, como preparándose para el combate... Recuerdo haber visto esta peli -y me coñó bastante- en el mítico cine Condado, en programa doble políticamente incorrecto junto con Navajeros (véase la entrada El carnaval de Bravo Murillo; véase también el blog historias matritenses que habla de estos y otros eruditos asuntos).

B

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