Muchas
veces me pregunto: ¿qué estará haciendo Bob Dylan ahora? Prefiero no saberlo,
por razones evidentes (Dylan come y caga como todo quisque). Y sin embargo, en
el momento en que falle el corazón de este viejo algo se tiene que notar en el
universo. No importa que ahora mismo se arrastre de piano en piano, brille con
luz mortecina como un sol que se va enfriando… Cada vez que carraspea parece a
punto de lanzar un gargajo a la estatuilla plateada del nobel…
Ayer
mismo era la constatación de que Dylan vive entre nosotros, sigue atravesando
épocas que quizá no sean las suyas, cruzando carreteras en el dylanbus mira por
la ventana parajes inexistentes. En la ventanilla se refleja su cara, Va
cambiando con las luces y los climas –de pirata, de vaquero, de mimo con ojos
de rimmel, de predicador cristiata,,,
Muchos
dylanitas esperan con fe nuevas encarnaciones, pero hace ya tiempo el tío
vinagre relee la misma partitura. Ayer en el homenaje sonaron muchos dylans
–entre los mejores mis colegas, New Marketing-. Al final nos dieron unas
fotocopias con la letra para cantar The times they are a changing, y parecía
que estábamos en misa. Dylan miraba el cumpleaños desde las paredes, con la
careta ajada y el pelo estropajo,
Y al salir estalló la tormenta...
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