jueves, 18 de octubre de 2018
miércoles, 17 de octubre de 2018
ALMANZOR
ALIX
Pasan por La 2 un documental sobre la vida de García
Alíx. Al fotógrafo se le ve cascado, pero aún entero. Anda por un pueblo o
barrio de la costa, unos extrarradios junto al mar que no me entero de por dónde son, un escenario apropiado para una larga resaca, de toda una vida,
de alcohol y drogas. El reportaje es en
b y n, tiene que serlo, como sus fotos…
Alíx hace tiempo que dejó Madrid, al menos como
motivo de inspiración. Los últimos trabajos que se han visto, ya hace tiempo y
ya como de vuelta, eran en París o en Japón. Fotografías muy buenas, pero no
tanto como las primeras que hizo, éstas recientes ya podían ser obra de
cualquier profesional bueno, ya tienen el aire común y como virtual de esta época…
Las primeras son irrepetibles. Eran casi siempre
retratos de amigos y conocidos. Gente pija y otros de barrio, unidos por el
común tirón de la calle y de la droga. Gente intensa, que no se sabía si eran interesantes por sí mismos, o que
él supo dárselo el interés, probablemente ambas cosas.
Las fotos salían en fanzines, o en aquellas publicaciones municipales de los 80, como el Madriz de Tierno Galván, que era una flipada de diseño. Alíx no era de Madrid sino de León y por eso le cogió todo aquello más fresco. García Alíx con todo eso y la pinta de motero y de yonki sano se hizo muy famoso, y empezaron a exponerle y a hacerle encargos. Una vez que fuimos Evangelista y yo a hacer un reportaje del circo Raluy, cuando acampaba por el parque del Oeste, coincidimos con Alíx, enviado por algún peri.
A Alíx se le veía muy suelto, cogiendo del brazo y moviendo a las indias de pega del circo para que posaran: Ponte ahí, no, mejor aquí, bonita. Muy suelto y muy cazallero. Quedé mirando con fascinación al fotero/macarra –mitómano que es uno- y éste me devolvió la mirada y hasta se me encocoró un poco, en plan de Qué pasa, qué miras.
Eduardito Haro y Lirio |
lunes, 15 de octubre de 2018
ULTIMO DIA
Ha venido Ernesto, ya desposeído de sus potestades
de C3,y hemos estado hablando: de Budha y de Cristo, del tiempo y de las
estrellas, de viajes astrales y de ovnis -por estos pagos tuvieron que verse a
patadas en los años 70… El futuro parecía esconderse bajo las capas de nubes,
prometedor en el día frío pero azul. Pero pronto la niebla y la lluvia, y como
vigilar fuegos entre la niebla y la lluvia sería una cosa surrealista me he
puesto a releer el libro de Buñuel de memorias, que siempre me ha parecido muy entretenido. Ultimo día, último suspiro…
ADIOS
Lo
que se ve al salir del pueblo, al trantán de los badenes:
Bodega
San Esteban Protomartir, Cooperativa Sindical de Colonización. (Prohibido
aparcar junto a los silos).
Mirasierra.
Es una casa aislada, de piedra como amarilla. Tiene el chaflán y dos pisos más,
ventanas tapadas con cortinas, parece un antiguo hostal en desuso. A la puerta se reúnen las mujeres en sillas -o se reunían, en los tardíos veranillos.
Vivan
los quintos (pintadas alusivas a prácticamente todas las promociones del siglo
XXI).
Discoteca
con columnas como templete. Abandonada, grandes ventanales tapiados con
ladrillo.
Gente
con cara de antiguos.
Algunos
pibones, autóctonos, y otros –chicas con camiseta de tirantes-que parecen como
transplantados.
En
los columpios, reunión de moras tapadas con el burka. Los niños en bicicletas.
Un caballito tras una cerca, con sus días de tristeza animal y sus ratos de salvaje alegría
El
cartel que marca el fin del pueblo en el que alguien –ya a distancia
prudencial- ha añadido con pintura: Pueblo de paletos .
Y
luego las viñas y olorosas higueras…
Y
mientras me alejaba, en el crepúsculo sombrío, la montaña me perseguía como una
esfinge soñada por Edgar Allan Poe…
domingo, 14 de octubre de 2018
sábado, 6 de octubre de 2018
PERRO PERDIDO
Subían tantos que parecía aquello un colegio, pero no lo era por ser domingo (sábado, digo, por no saber qué día vivo). No me apetecía hacer de public relations y me quedé en la caseta, tan ricamente, con unos cuadernitos de euskera. Pero les oía hablar más abajo, y que al rato recogían como para irse. Se iban colocando encima de una roca para hacerse antes una foto de conjunto, y ya estaba preparado para que subieran a pedírmela y así salir todos. Subía una chica, con el móvil, pisando las escaleras metálicas y yo ya me estaba levantando. ¿Qué, una foto o qué? Salí afuera y vi que eran ciento y la madre. Veinte o treinta por lo menos, tres parejas de adultos/jóvenes (¿o cuatro?) y el resto eran niños y adolescentes. Encuadrando desde lo alto de las escaleras cabían todos de milagro. Patata, patata. Después se disgregaron pero alguien faltaba. No se puede ir por ahí tanta gente. Llamaban ¡Neko! ¡Neko!. Uno se había perdido, no respondía, y yo miré con aprensión hacia la peña, donde tras un pequeño tobogán deslizante se abre el vacío. ¿Dónde se ha metido?, me preguntó uno recorriendo a distancia el borde de la roca... -Pero, quién es. -Un perro...
Me lo imaginaba, aunque lo de Neko o Eneko no me sonaba bien del todo. -Por ahí a ninguna parte... Mira por ahí detrás, da la vuelta detrás de esas rocas. Unas niñas se plantaron en la peña como para asomarse. -eh, fuera de ahí, que ahí empieza una caída... Un perro pequeño, un beagle, dicen (no entiendo de marcas) con manchas negras y marrones. Empiezan todos a pegar gritos de Neko, Neko, Nekooo. Van cogiendo el camino en cuesta y le buscan entre los bosques. Se quedan: el dueño, el que me ha preguntado, y la mujer, llorando ésta, me cuentan que es un perrillo de ciudad, de año y medio. Se ha podido ir por ahí, les digo, se habrá despistado, esto es todo muy parecido, y una adolescente, ¿la hija?, que me parece más valiente o más realista: Yo creo que se ha caído, he visto bajar volando unos pájaros, me dice con ojos negrísimos.
Eso ha sido al mediodía. Toda la tarde se han pasado buscándole, oía sus gritos por los pinares... ¡Nekooo, toma jamón! Contestaban, desde el valle, ladrando, los perros de las eras, pero el suyo no... Han vuelto a venir al atardecer, ya con fatalismo. Si se habría caído, les digo, a las horas tenían que aparecer los buitres, pero tampoco... Han intentado llegar al fondo de la peña, me cuentan, entrando por unas viñas junto a la carretera, pero no es fácil llegar al barranco, los árboles nacen en la roca y ésta luego -me fijo bien desde abajo al coger la carretera ya anocheciendo- asciende (o desciende) cortada como a cuchillo. Un lanchón vertical como la aleta de un tiburón. Si se ha despistado, ha perdido pie, se ha caído, no le ha dado tiempo ni a decir ni guau.
Me ha puesto mal cuerpo lo del puto perro.
Me lo imaginaba, aunque lo de Neko o Eneko no me sonaba bien del todo. -Por ahí a ninguna parte... Mira por ahí detrás, da la vuelta detrás de esas rocas. Unas niñas se plantaron en la peña como para asomarse. -eh, fuera de ahí, que ahí empieza una caída... Un perro pequeño, un beagle, dicen (no entiendo de marcas) con manchas negras y marrones. Empiezan todos a pegar gritos de Neko, Neko, Nekooo. Van cogiendo el camino en cuesta y le buscan entre los bosques. Se quedan: el dueño, el que me ha preguntado, y la mujer, llorando ésta, me cuentan que es un perrillo de ciudad, de año y medio. Se ha podido ir por ahí, les digo, se habrá despistado, esto es todo muy parecido, y una adolescente, ¿la hija?, que me parece más valiente o más realista: Yo creo que se ha caído, he visto bajar volando unos pájaros, me dice con ojos negrísimos.
Eso ha sido al mediodía. Toda la tarde se han pasado buscándole, oía sus gritos por los pinares... ¡Nekooo, toma jamón! Contestaban, desde el valle, ladrando, los perros de las eras, pero el suyo no... Han vuelto a venir al atardecer, ya con fatalismo. Si se habría caído, les digo, a las horas tenían que aparecer los buitres, pero tampoco... Han intentado llegar al fondo de la peña, me cuentan, entrando por unas viñas junto a la carretera, pero no es fácil llegar al barranco, los árboles nacen en la roca y ésta luego -me fijo bien desde abajo al coger la carretera ya anocheciendo- asciende (o desciende) cortada como a cuchillo. Un lanchón vertical como la aleta de un tiburón. Si se ha despistado, ha perdido pie, se ha caído, no le ha dado tiempo ni a decir ni guau.
Me ha puesto mal cuerpo lo del puto perro.
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