viernes, 29 de julio de 2011

GREENELAND

Alternando con sesudas lecturas metaliterarias he vuelto a topar con un libro de Graham Greene, El factor humano, trescientas páginas que se devoran en unas horas, como si se tratara de una obrita de teatro o un guión de película.
La historia va de espionaje, ahora que aprovechando todos los mercadillos evangélicos y luteranos me estoy haciendo con toda una colección de la guerra fría, de Forsyth a Le Carré (mucho mejor que Dan Brown y toda esa fula).
Este factor humano lo escribió un Greene setentón y setentero, pero viene a ser lo mismo que las de sus comienzos (Brighton Rock, 1938, por ejemplo), incidiendo en sus tópicos ya entrañables. Las preocupaciones existenciales demodé, los escrúpulos católicos igualmente trasnochados, los flashbacks que evocan traumas de infancia o juventud de sus protagonistas, el alcohol culpabilizador y delator… materiales de los que sale sin embargo un novelón.
Un figura, un monstruo, este británico católico, alcohólico y mujeriego que seguro que disfrutaba un montón con sus propias contradicciones.  

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