domingo, 18 de septiembre de 2011

ADIOS A LAS TORRES DE VIGILANCIA



Cae otoño sobre los cerros. Las sombras se adensan, las nubes se algodonan. Un año más, un año menos, qué será de nosotros en este eterno retorno… Ahora que se acaba la campaña de vigilancia rendir homenaje a todos mis compañeros y a los heróicos retenes. Recordar el humo negro de los camiones incendiados en las carreteras, el humo gris de los centros comerciales, el humo de señales en los poblados indios que venden caballo loco, el humo de los pirómanos que huyen en bicicleta y el humo lento de los campesinos que incendian sus rastrojos (sin permiso administrativo).
Se oyen voces por la radio, murmullos de cante flamenco y zumbidos de helicópteros como en Apocalypse Now. Todo parece estar muy cerca, al alcance de la mano, y todo a la vez perdido y definitivamente lejos. La soledad rocosa de Gustarllano, los veraneos bucólicos de La Maleza, el vértigo metálico de Valdelatas, la sombra misteriosa del Cerro Marmota, con jabalíes y ciervos y el letal vuelo circular de los milanos en septiembre. Unos días en el nirvana, une saison en enfer.
“Esa maravillosa soledad y ese maravilloso silencio” (Cervantes/Quijote)











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