miércoles, 5 de septiembre de 2018

SEPTIEMBRE


Es bonito septiembre aún con la luz viva del verano y un juego de luces y sombras en los caminos. El azul del cielo tiene algo opaco y esto parece que le da como un núcleo al día, un peso, frente a los días calientes que para mí corren iguales unos que otros.
Las carreteras están medio vacías, a estas casas ha llegado también el silencio, y yo me alegro. La soledad algunos ratos se hace dura, pero peor es cuando arrasan las hordas…  No es por ser el ogro de los cuentos, pero con la soledad también se pueden hacer muchas cosas. Sin embargo, cuando zumba la mara, con sus barbacoas y con sus taladros, hasta esa prerrogativa te será negada.
He ido hasta La Adrada a comprar al supermercado. El pueblo casi desierto. Ya eran más de las cinco pero las persianas de la tienda estaban echadas. Había varios carteles contradictorios. Se cierra del día 10 al 14 por reformas. Otro decía: A partir del día 8 nos trasladamos, queremos agradecerles, etc etc. Y no sé qué más.
Ha pasado un tío con gafas de mosca que al meterse en un portal ha dicho, zumbón: Deja algo para mí, no te lo lleves todo. (Creo que me lo ha dicho a mí, no había nadie más). Unos paisanos que venían en un coche han parado y muy atentamente me han dicho: Hasta las seis nada, abren a las seis…. Al final he descubierto otro cartel con los horarios.
Exagerando un poco, pero estas dos actitudes podrían servir, matizándolas, para describir los dos lados de la conducta humana. El mundo se divide en los que dan por culo y en los que ayudan. (Los indiferentes, a veces son un alivio, a veces dan por el culo muy sutilmente).
Al atardecer vuelvo para recorrer el pueblo con la bici. La tarde refresca. Mañana también libro y tiraré para La Vera o para Gredos, según me apetezca.

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