Subí al centro para resolver, que dicen los cubanos, pero sobre todo para una de esas caminatas (¡10.000 pasos!). Ha sido el volver al barrio y entre dos semáforos intermitentes, para cruzar el paseo de Extremadura, ese trozo de acera que se estrecha (además con buzones, señales de tráfico, etc) y en el que surge primero, cual muñeco impulsado por un resorte, ese gitano loco de pelo muy negro que pasa a veces por debajo de casa cantando flamenco. A punto de chocar conmigo, me saluda con una peineta a dos dedos -meñique e índice- al tiempo que dice: Perdón. Corro para alcanzar el siguiente semáforo y aparece ahora interceptando el paso una chiquilla con perro de largas y elásticas correas el cual levanta la pata junto al buzón y me mea en las playeras cuando paso corriendo: Perdón, perdón. Bienvenido al barrio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario