Leo que ha muerto, ya muy mayor,
Medardo Fraile. Recuerdo aquellos cuentos completos editados por Alianza… MF era
de la cuerda realista de los Fernández Santos, Aldecoa… pero con un punto siempre
de humorismo y de extrañeza. Incluso algún relato fantástico o semipoliciaco, como
las cañerías de Legazpi vistas con el monóculo de Augusto Dupin...
Pero no es cosa de buscarle
influencias. Decía MF, en el prólogo de aquel libro, que el escritor que
empieza, el escritor joven es o se siente adánico- en expresión que no he olvidado nunca-, o
sea creador partiendo de la nada.
A mí sin embargo aquellos cuentos me resultaron inspiradores y me dieron carrete para escribir por mi cuenta cuatro o cinco relatos, hasta que me cansé del rollo de MF.
Hace unos pocos años, otro libro suyo
cayó en mis manos, una especie de memorias del autobobo (juro que me ha salido
así: ¿errata?), allí Medardo era el más listo, el que más follaba y el que
mejor escribía (“mejor que Aldecoa”, llegaba a decirle Fernández Santos por
encima de las mesas del café) y todo eso lo ponía con tal vanidad que rayaba en
ingenuidad. Debía ser, en el fondo, según dicen quienes le conocieron, buena
persona.A mí sin embargo aquellos cuentos me resultaron inspiradores y me dieron carrete para escribir por mi cuenta cuatro o cinco relatos, hasta que me cansé del rollo de MF.
Medardo Fraile era de los últimos
últimos de su generación. Si acaso, queda vivo Jesús Pardo…, (y ahora que
caigo, también Alfonso Sastre... y Ferlosio). Umbral trazó con atmósfera
inmejorable el retrato de aquellos escritores sin glamour en La noche que llegué
al café Gijón. Medardo Fraile y también Meliano Peraile –su cuasihomónimo, más
joven pero antes desaparecido- a quien el siempre estupendo Medardo consideraba
su discípulo.
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