miércoles, 1 de agosto de 2018

ROSENDO EN LA ADRADA

La luna era naranja y pedregosa. Olía a pasto y estiércol. La guitarra sonando azul como un serrucho. El viejo repertorio de siempre, ahora con sabor a despedida. “No te vamos a dejar, no te vamos a dejar…”. Rosendo se paró como con extrañeza y, sincero y un poquito cortante -le salió del alma: “¡Vais a tener que ir a buscarme muy lejos…!”. Sobre el campo de arena la luna se iba deseclipsando y al final parecía de mentira, como si fuera de neón.



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