Como
me dicen que ya casi no hago entradas sobre libros voy a hacer una entrada (a
lo mejor serie) sobre los clásicos, adelantando que casi no he logrado terminar
casi ninguno de estos libros. No es por quedar de frívolo ni de posmoderno, es
que me parece que hay que atravesar muchos siglos y muchos lenguajes para
llegar a ellos, y que muchas veces los clásicos están como “asumidos” o asimilados en escritores posteriores más
cercanos (es como leer ahora a julio verne si lo has disfrutado de pequeño en
los tebeos), o por el cine, o por la vida misma, la misma vida que hace que no
tengamos ni tiempo ni calma para leer a los clásicos.
Reproduzco aquí la confusa impresión que me ha quedado de su lectura (aparte que casi todos venían en letra pequeña):
Reproduzco aquí la confusa impresión que me ha quedado de su lectura (aparte que casi todos venían en letra pequeña):
Decamerón. El Decamerón es como un ventanal o vidriera con estampas luminosas del renacimiento, lo que pasa que a mí no me importa si la monja quería tirarse al cura y estaba detrás, al loro, el padre prior escondido en el confesonario.
Odisea.
Y la diosa, que se llamaba Zeus, acompañó a las heroicas naves de Poliester en
su singladura. Vale.
Quijote.
Este si lo leí dos veces, me gustaba, psé, pero sin poder soportar que Cervy
interrumpiera su relato cada dos capítulos para meter otros relatos, las bodas
de Camacho, historia del cautivo, etc, interrumpiendo la aventura y el diálogo sancho
quijote quijote sancho que es lo que da sentido al libro.
Quevedo. Sueños.
Una pesadilla. El buscón, no se
entiende nada.
El Lazarillo.
Más comprensible, además es corto, incluso te quedas con ganas de más.
Santa Teresa.
Vida. Bien escrito pero lo dejé a
las cuarenta páginas.
El criticón de Gracián.
Era un tocho que lo leía para aprender sintáxis, gramática de la buena.
Fausto.
Un alquimista que quiere venderle su alma al diablo. Muy visto.
Divina comedia.
También va de diablos y de una barca que quería pasar un río, son libros los
dos muy oscuros.
Moll Flanders.
Historia de una prostituta inglesa en primera persona. Sin credibilidad
ninguna.
Manon Lescaut.
Historia de una prostituta francesa superentretenida. Es de los que más me ha
gustado.
Libro de Buen Amor.
Gracioso y con cierta música, a veces psicológico, un poco repetititivo…
Milagros de Ntra Señora.
Del mismo palo pero más moralista.
Cantar del Mío Cid. Muy polvoriento y muy árido, sobre todo si toca leerlo con 15 años, en
el colegio.
Gargantúa y Pantagruel.
Enseguida pierde fuelle, mejor para ver en los dibujos.
Shakespeare.
Los que leí sí que me gustaron, El rey Lear y otros, por las brillantes
imágenes, las traducciones debían de ser buenas, y por “su conocimiento del
alma humana”, con personajes que vivían.
Historia verdadera de la conquista
de la nueva España. Lo tengo pendiente, la conquista de
las Indias contada por un soldado, Bernal Díaz del Castillo, que participó en
ella…
La Celestina.
Dicen que es muy bueno, pero no lo he comprobado. Ahí está, muerto de risa.
CLÁSICOS: LE FALTA ÁNIMO SI NO, NO SE ENTIENDE.
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