Qué pena cómo jodieron el barrio, profundo Tetuán, progreso y milenio lo expalaron. Qué pena, qué pena. Pero quedaron rincones mágicos como "la casa del pintor", así la llamo yo, el burgalés Marceliano Santamaría (1882-1956), paisajista de tierra adentro. La casa siempre la he visto vacía, no abandonada pero vacía -o al menos tranquila y silenciosa-, quizá la familia la conserva... Cubierta en primavera por la mimosa, asomándose con dificultad a la cancela se ven en el patio algunos bustos y estatuas.
(ahí arriba, tras esa lucerna, debía tener el estudio) |
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