miércoles, 11 de julio de 2012

FAULKNER FOREVER

como es el centenario de faulkner aprovecho para rescatar un texto antiguo, escrito hace diez años o más, a raíz de otro centenario de wf (en aquella ocasión, me parece,  su nacimiento...


Es el centenario del nacimiento de Faulkner y, entre el aluvión de críticas y de recensiones, hay alguno que dice que Faulkner quiso alejarse de la vorágine de su tiempo encerrándose en el ghetto de Yoknapatawpha y sin ver las transformaciones que propiciaba el mundo a su alrededor.
Está claro que Faulkner habría sido otro tipo completamente distinto de escritor de haber nacido en Nueva York y no en un pequeño rincón de Mississipi. A él no le hizo falta seguir el consejo de Balzac, que aconsejaba a los escritores irse a vivir a un pueblo donde, no sólo la observación de los tipos tiene que ser más directa y definida, sino que hay un reparto de roles claro y establecido: el adúltero, el criminal, el tonto del pueblo…
Faulkner pinta un mundo casi medieval, a Yoknapatawpha aún no ha llegado el capitalismo y su afán igualitario, su numeración siniestra de los hombres como engranajes de una misma máquina. En el viejo Sur cada uno vive una vida distinta y sueña sus sueños propios.

 

Sus personajes están tan habituados, son tan consustanciales a su entorno que el salir de él –aunque sea un pequeño viaje a la capital del condado- les saca de sí mismos, les obliga a cuestionarse.
Bayard Sartoris, una melancólica tarde de navidad, atravesando a caballo los campos, hacia la casa de sus antiguos sirvientes negros. Bayard trata de huir de su familia, de su mundo, y pasa la noche con los negros que le reciben muy amablemente pero donde tampoco encuentra su lugar.
Vemos a Bayard a lomos de su caballo, suspenso en medio del paisaje, como una triste interrogación que no encuentra respuesta.


Vemos a Mink Snopes, después de cuarenta años pasados en la prisión de Parchman volviendo a casa, aturdido por el tráfico de la carretera que él recordaba como un camino de mulos. El viejo Snopes no puede adaptarse a un mundo que ha cambiado y trata de que ese mundo se adapte a sus costumbres. La capital de la provincia a la que vuelve se ha convertido en una inmensa metrópoli, pero al final consigue encontrar lo que busca: la armería que perdura desde su juventud, un simbólico recinto del pasado, donde encuentra el arma que le servirá para consumar su venganza.
Faulkner, pese a la modernidad rampante, se ha convertido ya en un clásico. Su técnica la aprendió de Joyce y de Proust, pero su mundo narrativo está más cerca de Dickens y de “Los miserables”.
Hoy qué novelista podría levantar un mundo como el de Faulkner. Mundo inmovilizado, donde cada cambio se vive como una dolorosa ruptura.(...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario