viernes, 22 de enero de 2021

GAL2

 

He esperado a que termine el año de Galdós para leer algo de Galdós. Hacía mucho que no leía nada suyo. Dejé la segunda serie de Episodios porque me aburrió con su trama cortesana, de “covachuelas”, que dicen, en contraste con la épica de batallas  y espacios abiertos de la primera, la de la guerra Independencia. Ahora empiezo con la tercera, Zumalacarregui. (Casualmente Gal también estuvo veinte años sin escribir los episodios hasta retomarlos con esta tercera serie).


Argumento.

¿Novela histórica? En este caso más novela que histórica, pues Xumalacarregi pasa de refilón y casi siempre a caballo. El prota/agonista es un tal José Fago, y su movida interior. Es un sacerdote que confiesa, porque le van a fusilar, al padre de una novia que tuvo a la que deshonró, más tarde la tía pasa de él –luego no sería tanta deshonra-, luego quiere ser soldado luego se le aparece el fantasma del padre y se arrepiente, luego lucha en las filas carlistas, luego en las isabelinas, luego deja la guerra… Siempre buscando a la chica deshonrada, para pedirle perdón, o yo qué sé, igual subconscientemente con otras intenciones. Esta chica, Salomé, que aparece/desaparece, con noticias vagas, rumores de que está a un lado u otro del frente. Se encarna en otra mujer que se llama también Salomé, personaje de armas tomar, de nobleza baturra y mala hostia ibérica. (Los grandes personajes femeninos de Galdós).

Todo este come come parece estar en la mente del José Fago, que por si fuera poco se identifica con Zumalacarregui, entra psicológicamente en su interior, anticipa sus movimientos bélicos, se miran los dos y ya saben lo que están pensando, incluso Fago avisa a Zum de que no vaya a tomar Bilbao, de que allí encontrará la muerte. Zuma tampoco quiere ir a Bilbo, sino hacer la ruta Vitoria-Burgos-Aranda-Madrid y colocar al pretendiente en el trono, pero va al norte obligado por las camarillas reales. Bilbao, Bilbao, inconquistable siempre. Efestivamente allí es herido en Begoña por una bala que rebota tontamente y trasladado a su pueblo, Zegama, donde muere/muere “por una mala praxis médica”.




El estilo de Galdós.

Imaginábamos a BPG abrumado toda la vida por tener que escribir todo el rato los Episodios Nacionales. Este de Z se lo quitó de encima en un mes.

El año pasado hubo la polémica típica sobre el estilo de Gal2. La retórica, las frases hechas… Es cierto que Galdós, como todo escritor prolífico, genera un excedente de prosa/basura. A veces parece muy farragoso y que sobra la mitad de lo que dice. Pero según vas leyendo se hace “funcional”, engancha en su prolijidad, y entre todos los leños y piedras que arrastra –quincalla, bisutería- se encuentran también piedras preciosas –todo en el mismo lote, lo tomas o lo dejas.

No se busque la calidad de página, sino el efecto de la obra en su conjunto.

Diálogos. Algunos son muy malos, muy de mogollón (diálogo entre los dos curas). Pero tiene gracia cuando habla la gente del pueblo, los navarricos y los aragoneses, que hablan a golpes, y me ha recordado las películas de Paco Martínez Soria. Gal 2 maneja bien el coloquialismo.

Ideario. Se le achaca a Ggal cierto doctrinarismo, pero esto no es  así, hasta el punto de que se hace difícil, al menos para mí, saber de qué lado está nunca el autor, que acepta igualmente las razones de uno y otro bando. Galdós es liberal, laicista, etc, pero no se deja ver tan fácilmente. Eso sí, antibelicista siempre.

Realismo. Galdós no es tan realista, muchas cosas suyas podían estar en antologías de literatura fantástica.

Zumalacarregui. Sobre Zumalacarregui he leído también, durante la cuarentena famosa, un libro escrito por un tal Henningsen, un guiri, un inglés joven que hizo las campañas junto al temible caudillo, libro donde se cuentan las cosas de primera mano… Galdós recupera episodios como cuando en Legutiano los carlistas achicharran a unos cristinos en un campanario prendiendo fuego a los bancos de la iglesia. (Se nota un poco que Gal escribe por referencias, pero, claro, no se puede estar en todo).

domingo, 17 de enero de 2021

A VUELTAS CON LA HEROINA


Estos son algunos hitos de aquel viaje:

-gobierno municipal de Matanzano (Manzano/Matanzo)

-masificación del centro de Madrid (empiezan a venir las hordas desde Móstoles y Alcorcón)

-gorilas y seguratas en los locales, se nos niega el derecho de admisión

-muertes por dobledosis o plus de jujana

-requisa policial de las dosis

-se ciegan las fuentes para que los toxicómanos no cojan agua

la fuente de Tribunal

-deslocalización del trapi al cerrarse las bodegas (revocación de licencias)

Estas bodegas, habituales en el centro de Madrid, solian ser locales amplios con varios espacios donde pasar la tarde por poco dinero al hilo de radio 80 o los 40 o algún otro hito de la radiodifusión… 


El tráfico, que se realizaba en muchos de estos locales (no en todos), expandiéndose entonces en una primera fase por las calles más céntricas: sucesivamente en: plaza de España (africanos), puerta del Sol (iraníes), jardines de Sabatini (tráfico y sobre todo consumo)

Internarse en estos jardines ahora predilectos del turismo era toda una experiencia. Era como llegar a un panal de rica miel (… “dos mil moscas acudieron, y por golosas murieron, presas de tanto pastel”) así los zombies desparramados por la hierba y entre los setos.

Tiempo después, con la conferencia de paz de Oriente Medio en el contiguo palacio real, se llena la zona de tanques y militronchos y esta molesta población es expulsada hacia:

.plaza Jacinto Benavente y calle Atocha: los negros, ya controlados policialmente, se desplazan calle arriba y abajo, seguidos a distancia por una cohorte de consumidores, finalmente serán barridos más o  menos en línea recta, varios kilómetros, hasta llegar a los poblados de la carretera de Andalucía (entonces La Celsa, rancho del Cordobés…)

-desplazamiento hasta allí en cundas, los tristemente célebres taxis de la droga, desde Embajadores: pero como dijo Kipling, esto será ya otra historia

Rudyard Kipling, Proverbio del fumador de opio: 

"¿Me envidias porque puedo alcanzar el cielo 

con un par de monedas?”

 

A VUELTAS CON LOS 90

 


Parece que viene la moda de hablar de los 90, de volver a los 90, hace nada eran los 80, los 90 es la época mítica para los que nacieron en los 70 –los que ahora detentan los medios de comunicación- lo mismo que los 80 lo fue para los nacidos en los 60. Hay también algunos que meten las dos décadas en el mismo saco –“en los 80 y los 90”- siendo yo creo dos décadas bastante distinguibles, no en vano entre ellas la caída del muro de Berlín.

Para mí los 90 fueron una época nefasta, a saber:

-Caída del muro de berlin

-Cobi –los 90 suponen dibujar el perro Cobi con la punta de la polla y hacerse millonario


-Olimpiadas/Expo: desmantelamiento de Barna, comercialización de Andalucía

-Implantación de las teles privadas, eclosión de la telebasura –mamachichos, regreso del facherío (silencioso desde 23 f), aceptado con naturalidad en tertulias e informativos

-Ruta del bakalao – al ritmo de una música insoportable (falta de referentes culturales, decadencia del rock, mitología ful)

-Generación Kronen

Estas reflexiones tan pertinentes y tan de actualidad vienen al hilo de la relectura de Macarras interseculares, que refiere los estragos de la heroína en el centro de Madrid y -capítulos y décadas más tarde- su permanencia en los poblados del extrarradio.

Voy a centrarme, siguiendo con las reflexiones suscitadas por el libro, en el viaje realizado por la heroína de la ciudad a las afueras –no suficientemente documentado, me parece a mí, viaje que duró un par de años o tres, en los que la fatídica sustancia podía encontrarse en los espacios hoy más turísticos y controlados.

(sigue más arriba)


sábado, 9 de enero de 2021

NIEVA NIEVE

 


Nieva nieve, ayer empezó a caer a media tarde al tiempo en que en la tele echaban Valor de ley (la versión de John Wayne): las últimas escenas, la nieve, el cementerio, la niña, la nieve de la tele y la nieve de la ventana, la naturaleza un poco por detrás del arte… Luego la noche más nieve los amigos/as que trabajan en los hpitales, allí encerrados sí o sí, con los enfermos y los locos, full time, y afuera la peña esquiando y los coches patinando

-oiga jefe que no voy a ir esta tarde a trabajar, que igual nieva

-va usté a tomar por culo


La noche amarilla y la mañana blanca


No me entusiasma la puta nieve, pero salgo esta tarde arrostrando el temporal, un poco acojonado por lo que contaban los mass media, he cogido el chamarrón, las botas y el verduguito -ropa que nos dan en las torres y casi nunca suele valer para nda (ahora sí)- también unos pantalones/plumas, y la makila, con lo cual la peña se apartaba a mi paso como si fuera el gitano Antón (o Tuareg) tampoco era para tanto


Goya en la nieve

lo mejor el silencio, el silencio y los muñecos, los semáforos parpadeando y los pinucos caídos, (lo que más me ha chocado: ver a una chica, muy joven, esquiando, con una pierna de titanio)
bajo al río que me recuerda el Londres nevado, el Tamesis helado en Orlando de Virginia Woolf, bajo a las carreteras de circunvalación con un palmo de nieve



-pero oiga profesor, con todo lo que estamos viendo, pero no decían que el hombre había dominado por fin a la naturaleza, o sea, sabe lo que le digo, no?

-no, si ya… pero esto es muy bueno pal campo


domingo, 3 de enero de 2021

EL LIBRO GORDO DEL MACARRA

 


Los macarras son el punto de partida, porque también salen skines rockers grafitteros macarras/pijos... Como la suposición de que es Madrid epicentro de la macarrería –qué decir de Barcelona Bilbao Málaga (incluso Gran Canaria ostentó un tiempo la capitalidad de la delincuencia callejera). Pero vale por acotar un espacio. El tiempo va de los 60 –con los Pies Negros, banda que protegía a Camilo Sesto- hasta este siglo XXI en que Madrid es como cualquier otro sitio y cualquier otro sitio lo mismo que Madrid, séase Amsterdam o Logroño…

                                                     El Juanote: chiquito pero matón        

Es un libro de testimonios, atravesado por una sensación de nostalgia, la de los viejos macarras y drogadistos hacia un tiempo más libre y más espontáneo, menos controlado  -sin cámaras ni casi vigilancia, sin móviles, con lagunas legislativas por donde entrar y salir… Aparecen viejos conocidos: toda la chusma de la que nos cuidábamos entonces, convertidos ahora en protagonistas: los “franceses”, Juanote el skin, el Falín y el Banano, mucha peña desaparecida en los 90, muertos o emigrados. La ciudad al despersonalizarse iba expulsando a sus personajes más emblemáticos.

                                            Falín y Banano en San Pascual   

El viaje Iñaki Dominguez lo hace por barrios, del centro a los poblados: barrios que eran entonces como pueblos, con características más diferenciadas. Se echan en falta algunos distritos (¡Carabanchel!), pero Domínguez acierta al incluir lugares “tranquilos” en apariencia: Olavide, Chamberí, las colonias de la Guardia Civil, donde los hijos de la Benemérita cruzaban la frontera con cierta impunidad.

                                           la estación de autobuses de Alenza 

Así, faltan algunas referencias (son 500 páginas, pero el tema daría para una enciclopedia) como la céntrica bodega de San Mateo, donde los dueños habían dado una llave a los traficantes para en caso de llegar la poli salir por una puerta trasera. Los camellos a cambio les regalaron un futbolín. Un lugar entrañable, con todo. Hablan los supervivientes de todo aquello, y algunos se repiten un poco: “El Quini movía ficha”, “Fulano, que era hijo de un ministro (o de un presentador de la tele) apareció con una bolsa llena de coca”, “Entonces, le metí un cabezazo…” Me lo he leído a trozos, un poco abrumado al final de tanta batallita y tanta chulería.