miércoles, 22 de febrero de 2012

ENTIERRO DE LA SARDINA



¿Madrid fue en algún tiempo ciudad de carnaval? Debió de serlo hace mucho, mucho tiempo –si no de qué esos motivos goyescos, famosos, y aquello de Larra (creo): todo el año es carnaval, y Martes de carnaval de Valle Inclán y Locuras de carnaval de Baroja.
Pero hace mucho, ya digo. Después el trasfondo burocrático de la ciudad debió de vencer la tradición cortesana y luego el nacional/catolicismo sólo admitía disfraz de sotana, y ahora mismo el disfraz más solicitado son los chalequitos fluorescentes de las FOP…

Incluso los años que uno recuerda (ochentas y la movida famosa, que entonces no se decía tal, sino sencillamente ir de marcha ) mucha cosa de carnaval no había. Metían un concierto guapo en la Plaza Mayor, me acuerdo uno de Los Chichos y otro de Celtas Cortos… Estábamos en los arcos de la Plaza Mayor pisando sobre los barrotes de una alcantarilla y debajo había una rata blanca… El chiste fácil era decir que, como era blanca, se había disfrazado. La gente le echaba trozos de bocata calamares y la rata roía los panes confiada y doméstica. Luego, acabado el concierto, todo el mundo a su casa –la rata también. Del río soplaba un viento frío...

Pero yo quería hablar del entierro de la sardina...
Una comitiva atravesaba el Manzanares en el entierro de la sardina y en la Casa de Campo enterraban la sardina. En los programas de carnaval siempre venía el entierro dichoso el miércoles de ceniza y uno imaginaba una comitiva variopinta y barojiana, unos pocos personajes recorriendo las calles atravesadas por la humedad del río –de espaldas a la ciudad atareada, un poco como sonámbulos o como dementes.
Años y años, desde hace veinte o más, cuando llegaba el miércoles, había estado pensando acudir a esa celebración fantasmal y siempre había algo que me lo impedía.


Hoy por fin me he acercado con la bici. Caía la noche. Me ha decepcionado bastante el puto desfile, como un pequeño carnaval de barrio. Familias con los niños y tal, protestas contra los recortes (bien), un coche del Samur por si acaso, otro de los munipas. Señores con chistera, mujeres disfrazadas de sardina. Pero barojiano, ni pío.


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