miércoles, 17 de julio de 2019

NOTAS Y DIARIOS




Al llegar al “lago” con la bici, olor a fuego de leña y a olla de alubias. A través de los árboles despojados la ciudad al fondo como un diorama. Sol y viento. Todo en el viento –árboles, lago de aguas estriadas, torres urbanas de cartón piedra- a punto de alzar el vuelo girando en remolinos.

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En aquella casa ocupada en Lavapiés, finales de los 80, todos coreando: “¡Okupa, resiste! ¡Okupa, resiste!”. Todos menos JJ quien, sin darse cuenta de la disonancia: “¡Okupa, reside! ¡Okupa, reside!”…, pero muy serio, y cargado de razón como un buen burgués haciendo sus cálculos inmobiliarios.

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Parece un croupier del Mississipi. Habla confidencial y tranquilo, no tanto por lubricidad como por el gusto de escucharse, de que le escuchen, de narrar, se nota que va improvisando sobre la marcha: “… primero sólo dos dedos…, pero al final le metí el puño hasta el codo”. Lo cuenta como si él fuera otro, un personaje, con distancia de experto literato.

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Han venido unos obreros sudamericanos, una cuadrilla, a hacer una reforma en el 3º. Cuando bajo con la bici me parece que me miran con envidia. Cuando vuelvo más tarde me dejan que suba en el ascensor y se quedan abajo esperando con los sacos. “Así descansamos un poco”.

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Notas para novela: Dos chicas de instituto, un poco marginales (con respecto a las demás) pero enrolladas. Les llaman: a una La Muerta, porque es muy blanca, y a la otra La Ñoña: tiene un poco cara de asco, un gesto. Son amigas de La Larga, una morena de largas piernas, un poco creída pero buena persona.

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Tere días atrás en la habitación del hospital, fumando en la ventana, y una enfermera que entra y le dice que no se puede.
-Mira, ya me da igual todo… No me importa morirme… y no me importa matarte.

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Un buen lema ese de la canción de Leño: “Lo que tienes es bastante”.

jueves, 4 de julio de 2019

UN TANGUE


Ya con ganas de salir al campo. Aquí en la ciudad sólo hay ruido, calor, y un hervor de peces muertos que salen a la superficie. Estoy esperando que venga un técnico para arreglar la tele, y luego ya si eso… Ya he hecho la rueda de las visitas y de los hospitales, por dolencias propias o ajenas. Ya he hecho una compra –por cierto me han hecho una tangana que es muy típica del comercio madrileño, la tangana de los cinco euros (y no me he dado cuenta por el embotamiento, calor, falta de reflejos, paquetes en las manos, otras compras pendientes, pero luego atando cabos…) el negro rastafari ha agitado un momento significativamente el billete de cinco euros mientras con la otra mano buscaba el cambio/chatarra que era el resto del cambio, vamos todo el cambio ha sido más un montón de papeletas con ofertas del supermercado que me ha puesto en la mano y en las que para mayor recochineo puede leerse AHORRAR ES MAS FACIL QUE NUNCA

(PS: acaba de aparecer (por sorpresa) el billete de 5 euros, pero creo que la entrada ha quedado bonita, así que la dejo, como paranoia o como involuntaria ficción)

ALCOHOLEMIA


Tampoco he contado que de aquí a gredos estaba todo lleno de controles de la benemérita, con metralletas y todo  (¿por si a alguien se le ocurría atentar contra rod stewart?), controles de alcoholemia –a punto estuve de decirles a los agentes que no bebo hace siglos, pero para qué ponerles en la tesitura de la presunta inocencia… La primera vez me llevé el pitorrito de soplar en el coche y a la segunda que me pararon, nada más soplar, con plena seguridad de que estoy limpio, se lo entrego al picolo: esto es de usted, y el otro: no no yo no voy a coger eso que ha echado usted la saliva, lléveselo en el coche y yo: yo no me lo tengo por qué llevar, ¿qué hacemos? ¿lo tiramos? –y lo saco por la ventanilla como que  lo voy a tirar al suelo, y al final el sufrido funcionario se hace cargo del objeto, pero para contraatacar al momento como el que tiene la sartén por el mango: a ver, permiso de circulación y la itv… -y lo busco acojonado, sin rechistar puesto que no está el coche a mi nombre y a ver si a ver qué pasa

DIRTY RIVER

Bajamos a la presa del Grajal, a un lado de esa carreterita estrecha y preciosa entre Hoyo y Colmenar, la presa está en una vaguada por donde pasa el río Manzanares… El río baja verde esmeralda, cruzado por arco iris venenosos, arañado por la sauceda
La primera vez que recorrí este paisaje pelado y desértico el lugar me parecía como de un chiste de Forges. Luego, algunos veranos, cuando apretaba el calor en la urbe, Pablo y yo veníamos a bañarnos un poco más arriba de la presa y del puente medieval, eso hasta un verano que salimos del agua, al ver flotar unos corpúsculos sospechosos y era que aguas arriba recién habían abierto la cárcel de Soto… 

Luego el río, que nace limpio en la Pedriza apenas unos kms arriba, se fue ensuciando progresivamente. Pero el paseo era tranquilo, nunca se veía por allí un alma… Ahora hay mucha peña urbanita, unas chicas como discotequeras, muy maquilladas, una pandilla de chavales que como en una peli del neorrealismo se han traído sillas y se sientan en la orilla, entre las sillas y entre las peñas, con sus bebidas y sus petas… También aquí ha llegado la superpoblación, gente que debe de venir de los barrios construidos en los últimos años en torno a Colmenar Viejo (que había aguantado mucho como pueblo esencialmente ganadero, tan cerca de Madrid)