jueves, 2 de octubre de 2014

UNAMUNO UNA MONA


Qué fachada tenía Unamuno, qué presencia. Hasta en esta foto, que de algún modo anticipaba su final (foto que ahora veo al correr del metro, en los andenes, anunciando una exposición de algo). Unamuno recluido en su frío cuarto de Salamanca, vigilado por jóvenes falangistas admiradores, en el invierno del golpe de estado.



Son los últimos días del escritor, después del famoso enfrentamiento con Millán Astray. “Viva la muerte, muera la inteligencia”. “Venceréis… pero no convenceréis”. Etc, etc. Bla bla bla. Después, ya se sabe, el final, la tarde de Nochevieja del 36, el cadáver sentado en la mesa camilla, las zapatillas chamuscadas por el fuego del brasero.


Tenía que haberse pirado a tiempo. Ni literatura, ni filosofía, ni hostias. Y además, nunca entendí cómo, siendo de Bilbao, Unamuno terminara considerándose de Salamanca, por mucho rectorado que le dieran. El viejo Una escribió los mejores y más sentidos libros sobre BI: Paz en la guerra, Recuerdos de niñez y mocedad, De mi país…

 











Ahora en Bilbao celebran el 150 aniversario de su nacimiento. Aunque, flaco favor le hicieron los del ayuntamiento, poniéndole la cabecita en la picota… ¿Es que Unamuno se va a poner de moda? No lo creo, no parece, a pesar de su rollo estético, a pesar de que la vieja lechuza muriera con la misma edad que tiene hoy, por ejemplo, Mick Jagger. Algunos libros escolares de Unamuno –Del sentimiento trágico de la vida- provocan intensos dolores de cabeza. Y sin embargo, aparte de su comedura de tarro, algo queda del look Unamuno, chulería que anticipa y mejora la de muchos escritores mediáticos…


 
 

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