martes, 2 de diciembre de 2014

MUERTE EN EL RIO




Que se vayan. Que se piren lo más lejos posible. Uno, que desde que llegó a Madrid ha vivido (casi) siempre por los barrios del río –de la Universitaria a Plaza de España, de los Carabancheles a la Casa de Campo (que fueron, no por casualidad, los barrios del frente)- y, por eso mismo, tenía cierta simpatía a este estadio fluvial (viejo monstruo pintado de rojo y blanco, como surgido de las aguas, atravesado en sus cimientos por la M-30, escenario, además, de conciertos verbeneros, de los Stones a U2) y a su equipo, de filiación bilbaina, y a su afición castiza y verdadera, frente al facherío/pijerío de Castellana y su cantera reclutada a golpes de talonario.



Pero al final, “fútbol es fútbol”. O sea, un espectáculo adocenado, vulgar y fascista. Ahora se llevan el Caldero a La Peineta: lejos, muy lejos. Ya no se oirá más, empujado por el viento de la noche, ese grito de G-O-O-O-O-O-L, ese grito que tiene algo de enjambre y algo de ciclón y que parece surgir, como en truco de fantasmal ventrilocuo, de lo más profundo del cerebro de la ciudad. Una pena, pero... cuanto más lejos mejor: una excusa menos para la violencia 



 
 
Ahora ha sido Jimmy. Antes, Aitor Zabaleta. Y antes algunos que vivieron para contarlo, como Opal, el hermano menor de los Puna -conocidos en las redes sociales como los heavies de la Gran Vía (y abanderados del lema Paz y Amor, lo digo para que no haya equívocos)- que recibió en el hospital donde convalecía la visita del entonces presidente Gil y Gil, quien le definió como “un chaval normalísimo y un Atlético de pies a cabeza”.






 

lunes, 1 de diciembre de 2014

MADRID FERROVIARIO



 
Al cruzar el río
y ver esa luz tan rara
parecía una ciudad distinta ese Madrid ferroviario
salí del encantamiento al pisar los callejones sin salida