jueves, 6 de marzo de 2014

PANERO


Otro que desaparece por la escotilla: Leopoldo María Panero, un superviviente nato, o eso parecía. Había sobrevivido a hermanos y novias, la última, Ana María Moix, por sólo unos días. No somos nada, una generación sin reemplazo.
Recuerdo aquella lejana primavera –LMP tenía entonces la misma edad que yo ahora, ¡glub!- en que desde Bilbao, íbamos a verle al psiquiátrico de Mondragón, y desde allí a una especie de tour guipuzcoano: a las fiestas de Bergara, a Eibar donde tenía su estudio el pintor Fernando Beorlegui.
 
 
 
De aquello salió un reportaje muy guapo, “de interés humano”. Algo se ha escrito sobre si la locura de Panero era de la verdadera o de la voluntaria: pura y dura caradura. En aquellos años los divos cobraban por entrevista, Leopoldo a su modo también se hacía valer. ¿Me pedís otra Coca Cola? Chester, dos paquetes. Mezclaba en su conversación a Georgie Dann con T. S. Eliot. A Bilbao volvíamos con la cabeza como un bombo.

Los Panero parecían tratar a la muerte de tú a tú. No sé si es la muerte o la vida, el tiempo, quien los ha vencido finalmente. Vaya frase me ha quedado, literaria y poética, "panérica" a su modo. A ver si encuentro en “mis” memorias inéditas de Michi algún bonito fragmento sobre su hermano Leopoldo. Qué mejor epitafio... 

             LMP de niño, en un ademán característico

 
A Francisco
Suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano valía mi vida, y muchas vidas
y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.
Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida
porque eras suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.
"Last river together" 1980

 

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