lunes, 15 de octubre de 2018

ADIOS


Lo que se ve al salir del pueblo, al trantán de los badenes:
Bodega San Esteban Protomartir, Cooperativa Sindical de Colonización. (Prohibido aparcar junto a los silos).
Mirasierra. Es una casa aislada, de piedra como amarilla. Tiene el chaflán y dos pisos más, ventanas tapadas con cortinas, parece un antiguo hostal en desuso. A la puerta se reúnen las mujeres en sillas -o se reunían, en los tardíos veranillos.
Vivan los quintos (pintadas alusivas a prácticamente todas las promociones del siglo XXI).
Discoteca con columnas como templete. Abandonada, grandes ventanales tapiados con ladrillo.
Gente con cara de antiguos.
Algunos pibones, autóctonos, y otros –chicas con camiseta de tirantes-que parecen como transplantados.
En los columpios, reunión de moras tapadas con el burka. Los niños en bicicletas.

Un caballito tras una cerca, con sus días de tristeza animal y sus ratos de salvaje alegría
El cartel que marca el fin del pueblo en el que alguien –ya a distancia prudencial- ha añadido con pintura: Pueblo de paletos .
Y luego las viñas y olorosas higueras…

Y mientras me alejaba, en el crepúsculo sombrío, la montaña me perseguía como una esfinge soñada por Edgar Allan Poe…


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