lunes, 13 de mayo de 2019

MICHI PANERO EN MALASAÑA

















Me han encargado para una revista un artículo sobre los Panero -el enésimo- y tiro de materiales, publicados o no, y encuentro esta diapo*que le hice a Michi Panero en la plaza del 2 de mayo. Con el pelo corto casi parece "normal", un chaval del barrio tal vez un poco pasado, un viejoven. Tenía 44, primavera del 96, pero ya iba de vuelta de todo, por gusto o por necesidad. "Es duro ser un fin de raza en Malasaña", afirmaba en una entrevista que le hice y que se debió de perder en alguna mudanza o limpieza de fondos. Michi estaba en un piso interior que le había dejado un amigo en la calle Velarde. Calorazo y ruido de obreros atronando el patio.




Un año más tarde volvimos a encontrarnos y grabamos su vida y milagros en cintas de casette, en el pinar de la clínica Sears, entre la ciudad y el campo, la misma luz y el mismo calor madrileño que estos días de ahora, mayo, junio… Tras las tapias de aquel hospital de terminales (o casi) el Monte de El Pardo. Tipo sombrío y a la vez dicharachero, gracioso, con una frase siempre a  punto, recuerdo su discurso negativo en medio de una naturaleza esplendente, lo que a veces lo desmontaba y otras paradojicamente potenciaba su oscuridad.

*gracias a Emilio Reyero Zapico por "el revelado"

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