viernes, 13 de diciembre de 2019

GALDOS

 

Para 2020 será el año de Galdós y ya ponen algunos carteles en autobuses: Galdós es Madrid. Me gusta ese slogan, porque a Madrid le hace falta un poco nacionalismo (que no centralismo), aunque, como todos los escritores de Madrid, Galdós no sea de Madrid… 


Pero de ahí a que Galdós pase a ser un autor popular hay mucho trecho.
El descrédito de PG empezó con los noventayocho, que empezaron a meterse con él, por pura envidia… “el garbancero”. Pla dice de Galdós que es ilegible, y le compara siempre con Blasco Ibáñez (¿por qué no con Dostoievski?). Y luego siguen contra Galdós los de siempre: PIBA, Francisco Umbral, Juan Benet – hasta el tonto de Julio Cortázar hace un pastiche de Galdós en Rayuela.


En el fondo era la eterna polémica estilo versus narración… escritores de gato contra escritores de perro. Galdós es narrador a tope, a veces demasiado…, porque lo que podía contar en una página lo cuenta en cuatro (pero eso también Dickens –su maestro- y nadie dice nada).


Pero era el momento de arrearle estopa a Galdós, era el muñeco que quedaba colgado de las murallas de Madrid (o de lo que quedaba de esas murallas), era ese viejo verde que fisgaba en las porterías, qué solo estaba Galdós en su mundo de soñadas mujeres madrileñas –qué tipos pintó, de chulería que habría que conquistar para llegar a su fondo de ternura:
Fortunata, la Desheredada, Tristana, Benigna (la mendiga de Misericordia…) Se ve su interés por la mujer y una pulsión erótica que no aparece en los castos 98s. Sólo ese rollo femenino y psicológico le salva –aunque personalmente debía ser un sobón y hoy las feministas le masacrarían con me/Too.



Ha quedado sobre todo el Galdós de los Episodios Nacionales, en los que quizá vio a España mejor de lo que era, Galdós era un canario (de abuelo guipuzcoano: Galdos), y ya se sabe que los canarios por su movida insular se sienten muy españoles.


Pero Galdós, aunque así lo parezca, no es sólo el viejo coñazo de los billetes verdes. Galdós anticipó el monólogo interior, entrando en el interior de sus personajes (antes que la corriente de conciencia de Joyce). Más psicológico que impresionista, para ser un autor “realista” pintó muchos locos y alucinados. Contra el mundo mítico (episodios) el mundo místico (Nazarín).


Cuando más invernal y oscuro y desapacible nos parece Madrid es el momento de leer a Galdós, su madrid de mesa con brasero y cocidos, que sigue existiendo por embajadores, lavapies, peñuelas y así…



2 comentarios:

  1. Comento sólo sr. Asís qué Galdós fue y será, el mejor conocedor de ese Madrid en el estamos los que no lo somos

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  2. Sí, tiene usted razón, aunque PIBA también sabía lo suyo. Cuentan que una vez se encontraron los dos escritores paseando, y que al llegar a unos descampados PEGA le dijo: Vamos a darnos la vuelta, que esto ya no es Madrid...

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