Me ha
extrañado ver ayer junto al río a un vagabundo con un libro. Me he acercado a
verlo, el tío estaba a lo suyo, liando un cigarro. Era un ejemplar de Locos de
Felipe Alfau.
Ese
escritor raro que se fue a vivir con quince años a Nueva York desde donde
recordaba un Madrid raro como un guiñol, un lugar enloquecido pero transitable, sus personajes andaban por el
Retiro o por la Plaza Mayor, sitios casi siempre vacíos y adornados con farolas… Sólo
así te pueden dejar en paz aunque te llames Chinelato, Tía Mariquita o El
Mandarín Negro.
wunderlich |
La leí pero no me acuerdo de nada, salvo que era un libro de relatos donde los personajes entraban, salían, volvían a aparecer increpando al autor. En el prólogo le comparan con Nabokov, Calvino, Borges, pero Alfau no había leído a ninguno de ellos ni tampoco Niebla de Unamuno. A mí me recuerda sobre todo a Alfanhui, pero el libro de Ferlosio es algo posterior…
Locos la
escribió en inglés en los primeros años 30, cuando vivía en Hells Kitchen (La
cocina del infierno), y parece que todo lo tenía en la cabeza porque no había
vuelto a España desde 1914. Cuando lo hizo, en 1956, le pareció una mala copia
de USA y se avergonzó de ser español, en lo que también es Alfau moderno.
La
novela aquí la publica Gimferrer (Seix Barral) en 1990. Es cuando van a América
a verle algunos periodistas como Miguel Angel del Arco, al que le dice Alfau que
ya le da todo lo mismo y que lo quiere es morirse pronto. Juan Bonilla, unos pocos
años más tarde, ya se lo encuentra gagá en un asilo.
Hace
frío junto al Manzanares y hay muy poca gente por el paseo, el viejo vagabundo
tiene al lado el libro, muy nuevo, como una especie de señas de identidad. Me han entrado
ganas de volver a leer Locos y también de leer una especie de continuación que
se llama Cromos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario