jueves, 28 de abril de 2011
miércoles, 13 de abril de 2011
LAS ERMITAS DE FUENCARRAL
Ya se anuncia inminente la Prolongación de Chamartín -Prolongación del Pelotazo- que supone estirar y extender Madrid hasta las tapias de El Pardo. A este paso van a llegar hasta Burgos...
Queremos traer a este blog -que podríamos titular Demoliciones y derribos- la imagen de dos ermitas que subsisten "milagrosamente" en el pueblo de Fuencarral, en zona campestre que pronto será devastada. Esta de arriba es la de Lourdes, que tenía una cúpula cubierta de planchas de zinc. Y digo tenía porque a fecha de hoy no queda ni una, se las han llevado los pequeños delincuentes a la espera de que los grandes arrasen con la construcción decimonónica toda.
Esta segunda ermita es la de San Roque, aún en medio de los prados, a las puertas de la ciudad. Debía de ser de gran devoción en el pueblo de Fuencarral, porque a la salida de éste hay una calle que lleva el nombre de Camino a San Roque. Todavía se celebra una romería el 16 de agosto, única fecha en que se abre al público. El resto del año los santos duermen en la oscuridad en compañía de las lechuzas... Lo de la romería nos lo contó el ermitaño, uno que se ha hecho un chamizo al costado de la ermita y que visiblemente asustado por la cantidad de maleantes que rondan por la zona, nos conminó a abandonar el lugar. "Esto es propiedad privada, si no se marchan llamo a la policía". Tenía un perro grande que ladraba mucho.
(Todavía queda una tercera ermita, la misma de la que habla Pío Baroja en Camino de perfección, pero ésta no la encontramos, debe de estar metida entre casas en Fuencarral).
Queremos traer a este blog -que podríamos titular Demoliciones y derribos- la imagen de dos ermitas que subsisten "milagrosamente" en el pueblo de Fuencarral, en zona campestre que pronto será devastada. Esta de arriba es la de Lourdes, que tenía una cúpula cubierta de planchas de zinc. Y digo tenía porque a fecha de hoy no queda ni una, se las han llevado los pequeños delincuentes a la espera de que los grandes arrasen con la construcción decimonónica toda.
Esta segunda ermita es la de San Roque, aún en medio de los prados, a las puertas de la ciudad. Debía de ser de gran devoción en el pueblo de Fuencarral, porque a la salida de éste hay una calle que lleva el nombre de Camino a San Roque. Todavía se celebra una romería el 16 de agosto, única fecha en que se abre al público. El resto del año los santos duermen en la oscuridad en compañía de las lechuzas... Lo de la romería nos lo contó el ermitaño, uno que se ha hecho un chamizo al costado de la ermita y que visiblemente asustado por la cantidad de maleantes que rondan por la zona, nos conminó a abandonar el lugar. "Esto es propiedad privada, si no se marchan llamo a la policía". Tenía un perro grande que ladraba mucho.
(Todavía queda una tercera ermita, la misma de la que habla Pío Baroja en Camino de perfección, pero ésta no la encontramos, debe de estar metida entre casas en Fuencarral).
lunes, 11 de abril de 2011
DOG SOLDIERS
Inédita hasta ahora entre nosotros, “Dog Soldiers” (1975) del americano Robert Stone es un clásico de la literatura post Vietnam. Incluso el exigente Harold Bloom la incluye en su famoso canon.
El motor de la novela es una bolsa con heroína de gran pureza que John Converse –pseudohippy, pseudoperiodista de guerra, ávido de experiencias- compra en Saigon e introduce en los USA con la ayuda de su amigo Hicks –ex combatiente, una especie de guerrero zen, un Rambo que ha leído a Nietzsche. Hicks tiene que entregar la droga a Marge, la mujer de su amigo, pero terminará huyendo con ésta y con el cargamento. Mientras tanto, Converse es secuestrado por unos falsos agentes federales, los siniestros Danskin y Smitty, que buscan hacerse con el alijo y siguen a la pareja fugitiva desde California a la frontera con Méjico...
Robert Stone es, en palabras de su colega Ken Kesey, “un paranoico profesional, un tipo que detecta fuerzas siniestras detrás de cada galleta Oreo”. Así, la droga, y la devastación que deja a su paso, simbolizarían la guerra de Vietnam y sus consecuencias posteriores en la vida americana. Pero, metáforas aparte, “Dog soldiers” funciona como un relato vertiginoso, muy narrativo, muy dialogado –virtudes que transparenta esta excelente traducción - y con personajes redondos. 400 páginas que pasan volando al ritmo acelerado de la huida.
(Reseña publicada en periódico Bilbao)
viernes, 8 de abril de 2011
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