miércoles, 27 de septiembre de 2017

CEMENTERIO DE LOS INGLESES



 


  
Tenía la costumbre en los malos momentos de pasear por los cementerios, remedio consolador en algunas mañanas de sol para aplacar las ansias para aplazar los desengaños todos ellos con fecha de caducidad, había muchos o los habrá (ya hce tiempo que no voy, melancolías las justas) aquí cerca, Carabanchel, o en las laderas que bajan al río. Uno de mis preferidos era el Cementerio Británico,British Cementery, corralón de piedra y hiedra entre casuchas, mirando por un lado al parque San Isidro y por el otro haciendo pared y tapia de lagartijas con las calles Inglaterra e Irlanda. Allí, los soldaditos de alguna perdida guerra, los aviadores, los acróbatas del circo Price, también agentes dobles, magnates y polvorientos aristócratas, exóticos apellidos buscando el sol, ingleses y también judíos, polacos, yanquis, no me acuerdo… Los miércoles era día de visita y podías entrar al desierto patio de espinos y lápidas y magnolios, dejando fuera los ruidos de la ciudad, bajo la vigilancia de un viejo jardinero, o de un americano joven con camisa de cuadros, fuerte y de pocas palabras y aire estólido. Un tipo de mediana edad y pelo rizado con gafas de contable me vedó la entrada un día que sin preguntar quise colarme en aquel raro negociado. Ahora veo en la prensa que se organizan visitas guiadas –por cinco euros- el plan ideal para los más optimistas jubilatas, turistas de lo excéntrico, buscadores de piedras, enterradores, desenterradores


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario